Creo que la crónica del día de hoy, realmente no comienza
hoy, comienza ayer para ser precisos. Varios puntos o sucesos al parecer breves
y fugaces me han incitado a sentirme como me siento, a escribir esto con la
única pretensión de sentirme mejor. No es mi interés comprobar el hilo
conductor que tienen todos esos sucesos, no obstante que sé que lo tienen…
1) Fue ayer, estaba en el gimnasio al que suelo asistir, mi
hermano menor me decía por Facebook que Chávez había muerto. Cosa rara el flujo
de información, en el caso de información política soy yo el que suele
transmitir la información y no al revés. Creí que era de nuevo la cantaleta que
ya había escuchado: ahora el presidente venezolano se encontraba enfermo
gravemente, si antes habían mentido los medios al anticipar su muerte ¿por qué
no lo harían nuevamente? No obstante, yo era consciente que el aviso ahora sí
había sido oficial a diferencia de la ocasión anterior. Atónito, en Twitter
comprobé que no había engaño. No pude evitarlo, sentí malestar. Uno de los
personajes que más admiro como todo mundo sabe era él. No haré una apología de
mi elección, simplemente creo que en balance fue un gran personaje que marcó la
historia de su país y del mundo, que impacto de manera positiva en la esfera
política y económica redituando esto en beneficio de su país, directamente, y
de otros países como inspiración. Lo nefasto estaba por llegar. Los mexicanos
criticando y tildando de dictador a Chávez. Claro, en México hay democracia.
Claro, en México elegimos a nuestros gobernantes. Claro, en México la gente no
dura tanto en el poder (caso Gordillo y Deschamps son meras excepciones
supongo). Claro, en México no hay tanta inflación y eso, supongo, deviene en
una mejor economía para todos. Claro, en México tenemos un presidente con una
ideología clara y un proyecto de nación que beneficia a la mayoría. A veces
creo que realmente es inútil el diálogo cuando el otro solo tiene como fuente
de información a Televisa o TV Azteca, que es difícil no ganar sino realmente
provocar algo en la persona (tan sencillo como que busque más información o vea
que no somos un país ejemplar). Prefiero, por economía emocional, alinear a los
seudocríticos (cuya única información es la televisión) de Chávez con los
votantes de Peña, Calderón, la Chepina y un largo etc.
2) Pasando a hoy, en una reunión de maestros se dio la
noticia. La razón por la que no fuera uno de mis alumnos a los que imparto (o
al menos eso trato) clase era que su abuelo estaba secuestrado y él, junto con
toda su familia corrían grave peligro. Inmediatamente me sentí mal. No es un
alumno ejemplar, tampoco es de esos alumnos que me hacen salir de mis casillas,
era un alumno como cualquier otro. Pensé en lo horrible que es pasar por esa
situación y tener a alguien que conozco y con quien interactué de manera
directa. Me sentí mal por él y por mí, pues me sentí indefenso.
3) Minutos después estaba impartiendo una clase cuyo
contenido es la Historia de México (en un semestre, con preparatorianos
desmadrosos abarcar TODA la historia de México, de los Olmecas a Calderón
supongo que tiene algún fundamento pedagógico o de realidad social). Era la
segunda sesión (la primera de dos horas) en que estaban trabajando sobre un
mapa sobre la ruta de la conquista, en esta tampoco terminaron. Hablé con uno
de los grupos, una alumna con algo de añoranza habló de su anterior maestro de
historia, no pude sino decirle que yo respondía al tipo de alumnos que tenía
enfrente lo cual ella entendió a la perfección. No soy historiador, pero amo la
historia y no solo la amo, en verdad creo que es total y completamente
necesaria si realmente queremos un cambio de cualquier tipo. Uno de mis alumnos
alegaba, sino les interesaba es porque era hablar de culturas precolombinas y eso
¿cómo para qué?. Yo repliqué que es base fundamental eso y toda la historia,
que si hoy teníamos un presidente priísta es porque la mayoría de los mexicanos
o no conocían o les valía madres todo el daño que le hizo ese partido a nuestro
país. Él dijo que de ese tipo de historia sí le interesaba. Cualquier maestro
de esos que creen en toda esa ñoñería de la pedagogía y lo demás diría que por allí
podría engachar y no sé qué tantas cosas. Lo cierto es que eso también los
aburriría. Como le dije amargamente: “a ustedes les vale madres la historia,
así como les vale todo lo que no sea la vida que llevan” lo dije con un tono
calmado y resignado, se hizo un momento de silencio, entre ellos cambiaron el
tema y yo procedí a refugiarme a mi escritorio.
4) Procedí a irme de un centro de trabajo a otro. Elegí una
ruta que siempre se retaca con la intención de dormir aunque fuera un rato, he
tenido días pesados y confiaba en que eso me hiciera sentir mejor. No habíamos
avanzado ni 10 minutos cuando el chofer paró la unidad, se levantó del asiento
y comenzó a vociferar a la gente que se recorriera sino el camión no avanzaría,
señaló personas y las obligó a moverse. Alguien respondió, el chofer se
encabronó más y dijo que al que no le pareciera que se bajara. Yo veía con los
ojos bien abiertos la situación… Difícilmente alguien podría caber allí,
incluso algún niño tarahumara de esos que viven en la pobreza extrema por culpa
de estos gobiernos hijos de puta podría medianamente acomodar. Milagro de dios,
hubo cupo para más. Me sentí arranado, no encontraba mucha diferencia entre un
camión de puercos que se llevan al matadero y nosotros. Total, la mayoría no ha
estrenado el cerebro, suponiendo que se den cuenta que pueden razonar por sí
mismos.
5) Pasado el rato, fui al gimnasio. Como pude terminé la
rutina y la higiene respectiva. Al estarme vistiendo fue cuando escuché esa conversación. Básicamente:
dos personas, vecinas mías de unos 15 minutos caminando o 5 minutos en coche,
hablaban sobre una banda de ladrones que habían logrado atrapar. Según decía
uno de ellos, tendrían una reunión para contratar policía privada para algunas
de las calles donde vivían. Después de eso, tendrían una junta vecinal “masiva”
con otros colonos para integrar algo en defensa o así. No me dio gusto. Al
contrario, sentí más cerca de mí la inseguridad. No tengo mucho que me roben,
pero lo poco que tengo me ha costado mucho esfuerzo conseguirlo. Recién estoy
saliendo de una crisis económica que me dejó el jugarme el todo por el todo por
un empleo en la UDG, mismo del que los directivos me dieron una patada en el
culo para despedirme con el único delito de no caerles bien o no ser de su
gente. No contentos con eso, dijeron que era yo el que no quería el empleo. Si
bien mi situación económica no es precaria, tampoco lo es para darme grandes
lujos. Pensé como estas personas tenían iniciativa y trataban de dar una
solución, si bien directa y de corto alcance, a una problemática. Pero de nuevo
reviví la sensación de la mañana: esto está sucediendo cerca de ti. Estoy
informado, soy consciente de que este país se está yendo al retrete, pero no es
lo mismo saberlo que sentir de cerca cómo se abre la tapa y el agua turbia
espera por tu vida también. No puedo sino preguntarme ¿Qué pasará cuando me
toqué algo como lo de la mañana o lo de la noche a mí? ¿Qué pasará si le sucede
a alguno de mis seres queridos o personas cercanas? No puedo evitarlo, siento
que en algunas ocasiones trato de poner mi granito de arena. Pareciera que no
es suficiente, de facto no lo es.
No puedo sino pensar, que este país no es el que quiero ni
para mí ni para los que quiero. Me duele a menudo saber de las víctimas de la
inseguridad. No soporto ver a la gente realmente pobre y saber que mientras
tanto Peña gasta cientos de miles de pesos en una fotografía que pretende
distraer de su imbecilidad con su supuesta cara bonita. Me cae con todo el
sopor posible que un ser humano puede aguantar, la indiferencia de la gente: su
desdén por enterarse de política, su sentimiento de total sometimiento, su incapacidad
para generar una crítica o una pauta de acción. Lo que realmente me aterra es
esa macabra resignación, eso me da más miedo que cualquier comando de zetas o
de chapos. Eso cala hasta adentro, me corta de tajo toda la esperanza.
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