Recomendación - Obras Completas de Sor Juana Inés. Lírica personal.

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Libro: Obras Completas de Sor Juana Inés de la Cruz. Tomo I. Lírica Personal
Autor: Sor Juana Inés de la Cruz
Editorial: Fondo de Cultura Económica. Biblioteca Americana
Precio: Poco más de $200

El gobierno federal, en este bicentenario y centenario, lejos de promover la triple 'R': Rescate, Recuerdo y Reflexión optó por el festejo fugaz y efímero pero a la vez caro. Como suelo ser muy contreras propondré una lectura que cumpla con la triple 'R' y a la vez, barata.

El libro a que le invito a leer, estimado lector, es de una de esas mujeres que forjó con su vida y obra la vida de nuestro México, aquella que al no poderse vestir de hombre se vistió de monja por amor al conocimiento. Su nombre: sor Juana Inés de la Cruz de la que poco se sabe entre la gente pero -y esto es lo triste también- menos se lee. Tal vez el dato más conocido de ella no sea otro que el de estar presente en los billetes de doscientos pesos.

El FCE (Fondo de Cultura Económica) editó sus obras completas con las debidas citas explicativas en cada uno de los libro para hacerlos más comprensibles a los lectores, no obstante en este caso nos referiremos al tomo I: lírica personal.

Se equivoca quien piensa que en Sor Juana encontrará poesía sacra o versos elevados al Creador solamente, miente quien afirma que lo más sublime de Sor Juana son aquellos versos que comienzan con: “hombres necios...”, errados andan aquellos que suponen no poder encontrar la filosofía o el amor en las letras de nuestra monja.

Toda la poética de Sor Juana transpira pasión, un escalofriante deseo que nos hace recorre todo el cuerpo al leer:
Es amor, pero es amor
que, faltándole lo ciego,
los ojos que tiene, son
para darle más tormento.

Brotan además multitud de sentimientos humanos cual abundante manantial:

Baste ya de rigores, mi bien, baste;
no te atormenten más celos tiranos,
ni el vil recelo tu quietud contraste
con sombras necias, con indicios vanos...

Es nuestra poetiza única en su género, amor y celos hemos mencionado, pero falta la cuestión existencial, tan exquisita como rica y singular: una mezcla de occidentalismo enriquecida por una veta del pensamiento náhuatl que nos da como resultado una preocupación, razonada y sentida a la vez, sobre la fragilidad humana sobre la condición de 'mortales' que pesa sobre nosotros: 

...éste, en quien la lisonja ha pretendido
excusar de los años los horrores, y venciendo del tiempo los rigores triunfar de la vejez y del olvido,
es un vano artificio del cuidado,
es una flor al viento delicada, es un resguardo inútil para el hado:
es una necia diligencia errada,
es un afán caduco y, bien mirado, es cadáver, es polvo, es sombra, es nada.

Sobre el conocimiento, Sor Juana nos habla en una reflexión enmarcada en el más excelsos de los cuadros: el padecimiento de quien ha amado a la sabiduría como a un hombre o a una mujer, según sea el caso; un conocimiento que no es del todo útil, una razón tosca que no hace siquiera más vivibles nuestros momentos de amargura:

Finjamos que soy feliz,
triste Pensamiento, un rato,
quizá podréis persuadirme,
aunque yo se lo contrario...

Reitero la invitación a adentrarnos en el mundo de Sor Juana: de sus letras y sus pasiones, de su filosofía y sus desamores, de su alegría celestina y coloreada por sus metáforas, símiles y demás que no encontraremos en ningún otro lado mezcladas con esa mesura entre lo mesoamericano y lo europeo-clásico, de su tristeza dolida ante la circunstancia humana, ella misma nos ofrece: 

...ya en líquido humor viste y tocaste
mi corazón deshecho entre tus manos...

No sé que me das...

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Puede que solo sea artificial,
puede que a mi manera me sirva para olvidar

Tal vez mi interpretación extralimite lo que eres en realidad. Que mi corazón turbe mi razón nublando los ojos de mi intuición. O quizá es una actitud que me impongo para continuar en este mundo tan hostil. Tal vez me engañe, tal me engañes, pero lo quiero creer así.

Prometí que nunca volvería a caer,
pero esta vez no lo quiero evitar

Digamos adiós a nuestros miedos, a nuestras experiencias pasadas de amor y dolor. Atrás quede ese juramento que hice de no entregar mi corazón. Quiero abrir nuevamente las puertas de mi alma. ¡Que va! Más que desearlo mi ser entero lo exige en cada respirar de mi cuerpo. Quiere superar la tormentosa desgarradura de esa soledad, la oscuridad del claustro de la tristeza que solo ofrecía una seguridad mínima. Ya solo me permitía las caídas en el abismo sin fondo de la decadencia. Ahora quiero que mi cuerpo caiga, agotado de amar, sobre el tuyo.

Y es que me hace volar
como el águila que vuela en libertad,
sobre el valle lejos de la tempestad,
como el viento cuando cruza la ciudad
con el rumbo fijo y sin mirar atrás.

La elevación que me provocan tus besos y caricias, la experiencia de ya no estar en este mundo, el corte de ataduras y cadenas hasta la inmensidad. El cese del dolor y el finiquitar la separación eterna entre el tú y el yo. Almas y cuerpos fusionados volando hacia la misma dirección. Porque esa es la verdadera esencia de la libertad, que solo se logra tras la entrega de uno mismo. Cuando ya los obstáculos no importan, cuando se fluye juntos con el Todo. Y me repito con la respiración agitada: “No, no sé que me dás, que me hace volar”.

Puede que solo dure un poco más,
dicen que lo que sube también tiene que bajar
como el sol entre las nubes hacia el horizonte irá
sabiendo que mañana amanecerá.

Asesinemos las ataduras con el pasado y el futuro, no importa cuanto dure, que sea solo este instante, este Aquí y Ahora absolutos. No pensemos en más, no sintamos sino nuestros cuerpos sudoroso y nuestras almas fatigadas. Mientras sintamos esto, lo repetiremos una y otra vez. ¿Qué importa si la vida o alguno de nosotros elegimos separarnos? Sabemos que el horizonte de lo efímero no se estingue, que la noche sin luz se avecina, pero esta luz, sol mío, se reflejará en mi corazón por mucho tiempo, será la luna en esas noches obscuras.

No, no sé que me das…
Como una montaña se vuelve volcán.
Y de un remolino surge un huracán.

¡Oh fuerza de mi ser! De mi paz provocas mi guerra, avivas el fuego de este corazón hace poco casi extinto, casi muerto. Y de esta dispersión, que he sido, la sintetizas y unificas en un feroz huracán donde el ojo y centro no eres otro sino tú. Que se preocupe la vida, porque este guerrero ha renacido, y tú, mi fiel herrero, has forjado mi espada hecha añicos y reparado los trozos de mi escudo. Todo se vuelve explosión y ríos de felicidad manan de mi corazón. Ansias infinitas se disparan de mi voluntad de poder.

No, definitivamente, no sé que me das...





Imagen: http://univisions.wordpress.com/category/jafree-ozwald-and-margot-zaher/
Canción: No sé que me das
Interpreta: Fangoria

Que tal...

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Nunca antes mejor dicho...

Recomendación F-L. Las siete tragedias

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Título: Las 7 tragedias.
Autor: Esquilo

Resultados de la búsqueda

  1. Editorial: Porrúa
  2. Precio: $50



Nota: La versión del post es en Porrúa, la traducción que considero mejor la pueden encontrar en editorial Gredos, no obstante esta edición está pasable y es económica para que no haya escusas.

¿Quién, si no los dioses, pueden pasar la vida sin desgracia?

En Esquilo se funde el destino con el andar, paso a paso, del humano. No hay disociación
entre el orden del cosmos y el orden en la vida de los hombres, incluso los dioses mismos
caen bajo la guadaña de la Moira.


¿Cómo no debía ser el hombre el principal padeciente de esa conjunción entre la voluptuosidad divina y el deseo ciego de la naturaleza? En todas sus tragedias el sentido borbotea más que el agua de los manantiales: se sabe de la crueldad de la vida y se acepta con heroísmo pero también con resignación dolorosa.


Nada más lejos de nuestras pseudo-cosmologías contemporáneas que nos hablan de una bondadosa teleología y un final o una continuación más o menos feliz de la existencia humana.

Basta comparar con cualquier relato de superación personal barata (disculpe, amable lector, la redundancia) con la trilogía de Orestes por ejemplo, cuando todo avisora un final feliz pues Agamenón, comandante de los griegos en Ilión/Troya regresa triunfante a su patria cerrando un ciclo muy importante para la historia o mitología griega, es asesinado en el lecho nupcial desatando otra épica pero esta vez de corte personal.


Mientras que Agamenón se asumía como el héroe prototipo de los aqueos y tiene una muerte, por demás vergonzosa, diríamos ahora injusta o tonta, a su hijo Orestes le tocará asumir otro papel: ambos roles impuestos por lo insondable del destino. Relatos muy recomendables para sumergirse en otra visión de la vida, en la redundancia del sentido y la omnipresencia y omnipotencia del destino.

Recomendación F-L. "Visión de los vencidos"

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Comienzo esta nueva etiqueta en mi blog, titulada: Recomendaciones Filosófico-literarias, que trataré de subir semanalmente. Espero les gusten, cualquier comentario es bienvenido.










“Y todo el pueblo estaba plenamente angustiado, padecía hambre, desfallecía de hambre. No bebían agua potable, agua limpia, sino que bebían agua de salitre.”

Título: Visión de los vencidos
Editorial: UNAM
Visión de los vencidos contiene las crónicas o la otra cara de la Conquista consumada por Hernán Cortés allá por 1521. Mas que contener una serie de datos duros y frívolos este libro salpica sangre, la sangre de nuestros antepasados en ese choque violento y atroz que significó no el encuentro de dos mundos sino el genocidio, la guerra, la supresión de una serie de culturas que antaño habitaban el territorio de lo que hoy llamamos México.

El autor nos cuenta en la introducción: “¿Qué pensaron los hombres del 'Nuevo Mundo', en particular los mesoamericanos, nahuas, mayas y otros al ver llegar a sus costas y pueblos a los 'descubridores y conquistadores'?” Y es que, la historia, bien lo sabemos, la escriben los vencedores: con necio afán se enseña en nuestro sistema educativo la fecha en que Colón sarpó, el nombre de sus tres carabelas y demás chucherías de una historia que no nos viene a cuento.

Queda en el olvido la épica que significó para los indígenas el tratar de mantener su modus vivendi, su identidad y en última instancia su vida biológica de todos los atropellos cometidos por aquellos que ostentaban la cruz y la espada.

Viene a colación la recomendación de este libro a unos cuantos días de festejar el “Bicentenario” de nuestra “Independencia”, para recordar las promesas de la integración como nación fruto no de un sincretismo cultural-racial, sino de la conquista de un pueblo sobre otro, un mestizaje por violación, para no dejar en el olvido que la avaricia y la intolerancia son el motor de las grandes hecatombes.

Recordarmos que no queda poco por hacer, que es mucho el tiempo que ha pasado desde la gesta de la Independencia, y más desde el choque traumático de la conquista, pero mientras sigamos “festejando” y pretendiendo cortar de tajo todo nuestro pasado, nunca avanzaremos nunca seremos la nación independiente que pretendemos celebrar...

No hay escusa para comenzar a desarrollar nuestra conciencia histórica, descarga o compra el libro.



Exégesis existencial

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Vuelvo a las tertulias -que no son sino solitarios monólogos- de café. A la necesidad de narrar, que no describir, el dolor que me atormenta. Los malos espíritus ya se niegan a abandonar este cuerpo consumido y maltrecho, solo escucho el eco de sus voces: "Somos Legión". La descripción es producto del ojo que avizora algo fijo, estable, mas no por ello inmutable. La narración cuenta el flujo y el reflujo, los triunfos y caídas, los espasmos que padece el ser, toda esa olla en ebullición que no cede ante el frío invernal del mundo cotidiano.

Baile para exorcizar a mis demonios. Me entregué al mundo siendo de él y para él solamente, y al final el mundo me abandonó. Las letras que habían sido mi consuelo, ya fueran mías o ajenas, en inútiles techos de cartón impotentes de contener esta tormenta se convirtieron. La flor del amor que, según dicen, transmuta todo con su dulce perfume, marchitó en una primavera cuando yo esperaba el más hermoso capullo.

¡Oh cruel partida! Aún me atormenta. ¡Voraz Naufragio! Cruel destino que te has llevado todo. Las amistades, las pocas, pero sinceras que quedan con dulces bálsamos pretenden aliviar el penar de este corazón, ignorando que hace ya tiempo que se encuentra muerto y sepultado. La esperanza de que alguien grite: "Levántate y anda" también ha fenecido. Y en esta nada -nadeante- que vuelvo y vuelo sin moverme de mi lugar, mientras oculto se encuentra y es misterio fatal, lo que me mantiene.

¿Me hace falta asesinar a algún dios más para poder al fin resucitar? Siento con dolor, a esta alma cansada, vapuleada e infértil para la estrella, la ilusión, el amor y la canción. Ya el parto de ideas a remoto pretérito nos señala sin prometer su retorno ni a corto ni a largo plazo. ¡Mejor sería eliminar esas coronas de laureles marchitos! Más parecen una burla: cruel cinismo al honor y a la belleza que antes simbolizaban...

Ah, Razón mía, tan altiva y combatiente: ¿Qué he de hacer con vos en estos tiempos de paz? ¿Será acaso que no estás hecha para la vida y lo pacífico, para la cosecha y el esfuerzo cotidiano -sin guerra- permanente? ¡Destruyes y corroes todo a tu paso! Si ya de imposiciones y de anhelos quiero saber siquiera un poco.


Ya el café se agotó, el cigarro se consume, esta mano temblorosa de esta alma temerosa, se cansa y las profecías de este ser atormentado se callan... Termina el trance délfico y vuelve el asco cotidiano, vuelve la rutina, vuelve el no-yo...



Imagen:http://3.bp.blogspot.com/_pDW0bxjrlzM/SE7H6VJpMdI/AAAAAAAAHPA/qrYFAKXOfuA/s320/chicatriste%5B1%5D.jpe

Presentación de "Cuaderno de la decepción. Oráculo del desencanto"

Author: B. Rimbaud / Etiquetas:


Comparto el siguiente texto, con el cual presenté el libro de Erick Nolazco: "Cuaderno de la decepción. Oráculo del desencanto" las siguientes líneas son mías bajo la inspiración de este texto así como su relación con algunos otros textos. Para conseguir el libro se pueden contactar conmigo.



Rimbaud nos dice en su libro: “Temporada en el infierno”:


Antaño, si mal no recuerdo, mi vida era un festín donde corrían todos los vinos, donde se abrían todos los corazones.
Una noche, senté a la Belleza en mis rodillas. Y la encontré amarga. Y la injurié.
Yo me he armado contra la justicia.
Yo me he fugado. ¡Oh brujas, oh miseria, odio, mi tesoro fue confiado a vosotros!
Conseguí desvanecer en mi espíritu toda esperanza humana. Sobre toda dicha, para estrangularla, salté con el ataque sordo del animal feroz.
Yo llamé a los verdugos para morir mordiendo la culata de sus fusiles. Invoqué a las plagas, para sofocarme con sangre, con arena. El infortunio fue mi dios. Yo me he tendido cuan largo era en el barro. Me he secado en la ráfaga del crimen. Y le he jugado malas pasadas a la locura.
Y la primavera me trajo la risa espantable del idiota.
Ahora bien, recientemente, como estuviera a punto de exhalar el último ¡cuac! pensé en buscar la llave del antiguo festín, en el que acaso recobrara el apetito.
Esa llave es la caridad. ¡Y tal inspiración demuestra que he soñado!
"Tú seguirás siendo una hiena, etc... declara el demonio que me coronó con tan amables amapolas. "Gana la muerte con todos tus apetitos, y con tu egoísmo y con todos los pecados capitales".
¡Ah! ¡por demás los tengo! Pero, caro Satán, os conjuro a ello, ¡menos irritación en esos ojos! Y a la espera de las pocas y pequeñas cobardías que faltan, desprendo para vos, que amáis en el escritor la ausencia de facultades descriptivas o instructivas, unas cuantas páginas horrendas de mi carnet de condenado”.


Erick, más modesto, no tuvo temporada en el infierno, con sinceridad nos declara en la advertencia inicial al “Cuaderno de la Decepción” su nombre debería de ser “Cuaderno de la Estupidez”, no pretende la épica de un Dante al descender a los infiernos para regresar a contarnos los pormenores, o la tragedia de Orfeo de descender por su amada hasta el Hades mismo y mostrárnosla en toda su belleza. Su Cuaderno y su Oráculo tienen manchas de esta vida que se nos vuelve carente de sentido, no en algún inframundo. Aquí es donde Nolazco se decepciona y se desencanta, y nosotros con él: de todo lo que huele a buenos modales y moral pudorosa. Levanta el velo y detrás del amor, la amistad, la cortesía, encuentra podredumbre, la podredumbre de la miseria humana, la oquedad con su hedor hace presencia; después de todo no es un hueco que esté vacío.


Entre las cuerpos, disecados y carentes de alma, de esta sociedad, en que nos hemos convertido, encuentra el hartazgo de la no-reciprocidad, la incapacidad de la comprensión por seres, que más que humanos, semejan loros o robots de alguna aventura literaria futurista. Una irresponsabilidad del otro -hacia nosotros- que lacera la piel tornándonos pecadores a ellos y a nosotros por igual. Ellos por su impotencia del compromiso, nosotros por tener aún esa esperanza.


Nolazco se topa con todo aquello que cualquiera anhela y le encuentra un sabor más amargo que las cenizas: el calor se les ha ido del pecho no hay humedad en sus cuerpos, todo es un repetir vacuo, hasta que se dan cuenta de que también ese fuego es necesario y lo buscan y lo rebuscan restregándose para no sentir el frío, como diría Nietzsche, ignorando que fueron ellos mismos los que asumieron ese clima con su vida mediocre. Y al unirse se lastiman entre ellos como la fábula de los puercoespines de Schopenhauer.


Nolazco reta a la vida social y a los logros de esta engalanada civilización en términos de relaciones y de nuestro fuero interno. No más soledades que engalanen o den un aire de mártir a nuestros actos, no a un intelectualismo barato conseguido del consumo de clásicos y best-sellers por igual. Al respecto nos dice en su aforismo 26: “Concebir la soledad como una torpeza emocional es un engaño, decir que es digna, un sarcasmo, pensar que sirve para algo una ingenuidad y defenderla como placentera, una altivez patética.”


Se puede decir que Nietzsche profetizó al hombre que lo empequeñece todo -el de nuestra sociedad, el último hombre, el que es incapaz de aborrecerse a sí mismo- el que invento la felicidad, pero es Nolazco el que lo describe con la desilusión de quien lo ha vivido, con el relámpago de ira de la decepción, con la melancolía del desencanto.


¿Cuántas veces no hemos probado los placeres tristes sin saber que son ellos o el por qué los probamos? ¿Quién no ha caído en el pecado o en la necesidad vital de volver a creer en quién ya nos lastimó una o más veces incluso? ¿O tal vez seguir viviendo como si nada tras una hecatombe emocional? Solo cuando volvemos a nuestro destierro monadológico de manera consciente, es que caemos en cuenta de la torpeza e inutilidad de nuestra vida, de la simpleza del interior, y la preocupación inconciente de engalanarla con algo atractivo y que mantenga a los demás a nuestros lado. Nos aterra el vacío, exterior o interior. La molestia de Nolazco es para quien no lo asume, para el petulante ensorbecido por tener supuestamente colmado ese vacío que todos tenemos en mayor o menor medida, esa negación hipócrita hacia la desolación de la cual nos dice que es: “Fruto amargo de la violencia del rechazo y abandono que los otros nos brindan, la desolación no frecuenta las invitaciones del amor ni el calor de la fraternidad. Ante la envidia se muestra sarcástica; contempla con desilusión el orgullo y el triste amor propio. De muy distinta forma actúa con el odio, recibido con una deferencia suspicaz. Por otro lado, es acogedora y horrorosamente solícita con el rencor, a quien destina el sótano de los recuerdos nunca vividos.”


¿Qué esperar, pues, de este Cuaderno de la Decepción, y de este Oráculo del Desencanto? La ira y la melancolía, la repulsión de los engaños exteriores e interiores a cuya sombra hemos vivido el asco y una existencia cuyo olor nauseabundo impregna hasta nuestras prendas y pensamientos más íntimos. No es una queja, no es un martirio, es el anote puntual, la sentencia concreta de lo que se viven en el transcurrir de lo cotidiano: al charlar con el amigo vacío de toda la vida, con la amiga irresponsable e incomprometida, con el amor ridículo que padecemos. Nos dice Nolazco: “Inventamos un sufrimiento para evitar otro, la soledad es la estrategia triste y torpe contra la violencia que nos ha sido dada.”


Por otro lado, pensando en El mito de Sísifo, Camus concluía: “Sísifo enseña la fidelidad superior y levanta las rocas, asume sea serie de actos desvinculados que se convierte en su destino...Hay que imaginarse a Sísifo feliz”. Nolazco prefiere una existencia más digna: el desencanto y la decepción, la desolación, la ira, la melancolía, todas flores del mal humanas, demasiado humanas.


Finalizo estas líneas con el inicio del libro, nos dice su prologuista: Nolazco nos transita de la temporada por el infierno al umbral de las iluminaciones, agrego yo, con humildad, en un solo acto: filosofar a martillazos. En algún lugar Nietzsche nos sugiere escribir con nuestra propia sangre, Nolazco le sigue. Concluyamos pues con una muestra de esta sangre, con una sentencia más acertada, y por tanto más divina que las emitidas en Delfos: “Haber crecido bajo la sombra del sufrimiento nos inclinará a deambular por los callejones de los placeres tristes. Y a diferencia de los otros, nuestra vida estará abrumada por el dilema baladí pero desesperante, de atender nuestros deseos repentinos o satisfacer nuestras necesidades más apremiantes. Hijos sensatos del sufrimiento, desconfiemos del ideal de las felicidades ajenas, construidas con sosiego, cuidado y abundancia o de cualesquiera otras cosas que no forman parte de nuestra vida. Las versiones vulgares de esos ingredientes son para quien ha sido forjado con ellos. Démonos cuenta que esas dichas cubren las necesidades de los otros pero ignoran las nuestras. Abdiquemos del encanto poderoso pero hueco del placer ajeno, y construyamos nuestra dicha con lo que nuestra sensibilidad requiere. Brindémonos una placidez sin precedentes. Respetemos la sensibilidad, que es el único color de nuestro mundo descolorido. Resignémonos no obstante a padecer celos y envidia melancólicos y apacigüemos esa amargura con la convicción firme, de impedir que sucumba nuestra sensibilidad en el desierto de una felicidad extraña donde la frialdad la desahucie, mientras desesperada intente darse calor, con los harapos de los pocos deseos correspondidos.”

Intermitencias

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Cuando escribir se vuelve una cuestión de vida o muerte...

Caos e incertidumbre, un cúmulo de recuerdos que se resisten a morir. Las esperanzas que van madurado mueren un día antes de florecer. Para lo constructivo: el ciclo. Para lo negativo: el ciclo, también. Caminar muerto en vida se convierte en una costumbre, en algo cotidiano, en parte de mi ser. Fingir que todo está bien, sonreír con cara de idiota me aseguran aceptación y tan siquiera ganar un poco de lo demás. Y me aleja de mi peor terror, la soledad. Odio los consejos, odio las pendejadas que pretenden hacerme sentir bien: volteen a su alrededor, las cosas no tienden hacia su realización, el Universo no conspira para que se cumpla su leyenda personal. Todo lo contrario, el sistema está diseñado para que no seamos felices sino productivos. Vivimos en la eterna incompletud, en la frustración del día a día. Sin la Tierra prometida. Hoy maldigo al número dos. Dos años de aquella ruptura, dos declaraciones fallidas, dos intentos de relación. Solo locura y soledad me acompañan en mi transitar, mi existencia me asquía, me harta me consume, y ante todo esto no puedo detenerlo,... Necesito unos ojos que alivien mi pena con solo observarlos, un abrazo que fortalezca la fortaleza que hay en mi... La vida sigue, y eso es tan injusto...

Esperanza de viajero...

Author: B. Rimbaud / Etiquetas: ,

Tú no lo entiendes, y nunca lo vas a entender. Estos sentimientos de este caótico corazón que en tu figura adivina algunos de los razgos que tanto necesita. Y en esta locura dyonisiaca grita tu nombre a esos oídos sordos de esta fé que te profesa. Viajero errante soy y no me recibes, no habres la casa de tu alma donde encontaría el descanso que tanto necesito; te ufanas y cierras la puerta a este mendigante de amor, padecedor de muchos males. Mis letras, fieles mensajeros, no te alcanzan pues tu mirada está en la orbe celeste y cierras tu entendimiento a lo claro y distinto que te expresan mis ojos cada que razgan el velo de tu piel. ¿He de entonar mi última canción para pedir algo de tu atención? Y tomo mi manto andrajoso con el cayado y emprendo el tortuoso viaje...

De derrota y desesperanza...

Author: B. Rimbaud / Etiquetas: , ,






Con esta derrota que asfixia, tras mi exegética fallida de la obra nietzscheana que tuvo como corolario tu indiferencia por mensaje las palabras que nunca dijiste. Tal vez sea difícil o imposible, toda hermenéutica que nos lleve a la profundidad unívoca del contenido, pero en este caso es todo tan claro y distinto, y por tanto mas doloroso, con ese desdén que escupiste en mi rostro. Harapos de existencia, ¿cómo pretendí vestirme de manto y túnica si solo despojos miserables poseo? Más delito es ambicionar lo que nunca será nuestro que nunca haberlo querido ver. ¿Cómo afrontar este fracaso? ¿Cómo levantarme si en el fondo del abismo ya me encontraba? No hubo la caricia que suavemente levantara mi rostro, dirigiendo mis ojos hacia el horizonte de un futuro esperanzador en el que hace mucho dejé de creer. Entre más alto pretendemos volar, más duele la violenta caída, aunque nunca hayamos pasado del suelo, porque también duele cuando perdemos lo que no es nuestro. La espera que desespera parecía finalizada, la soledad de inescrutables murallas, parecía derruida como si hubieras utilizado tus palabras, cual feroces arietes. ¡Oh cruel ilusión! de nuevo escucho su voz, le conozco bien, su tortura se volvió cotidiana; y si en unos casos es dulce musa, ejecutora de tormentos se ha comportado conmigo. ¡Y yo con la fe ingenua de que me salvarías de ella! De nuevo la ceniza sobre mi cabeza y grilletes sobre mis manos: que la derrota parece eterna y el exilio de mi propia mismidad se vislumbra como un destino sin regreso. Quisiera cumplir la afirmación platónica: "los poetas mienten" y escribir escribir y escribir un relato donde tu indiferencia apareciera como fingida, donde explicar paso a paso las causas de tu actitud, negando el hecho de que brotaron espontáneamente; habría un final feliz, en el que tras desengaños sucesivos surge la verdad y nuestra unión. ¡Todo un castillo en el aire! Sino lo edifico es porque la vitalidad me abandona, y el corazón rehusa tan humillante labor: seguir soñando a aquel que lo ha lacerado violentamente. Odio continuar recluido, vi la luz tan cerca y aunque la seguí, ella se alejó siendo un consuelo efímero, un remedio que terminó por complicar esta enfermedad del alma que carcome y exprime mis fuerzas. Quisiera cantar, con José Alfredo, "Para de hoy en adelante ya el amor no me interesa...", pero mi boca solo logra entonar: "...cantaré por todo el mundo mi dolor y mi tristeza..." pero con tono dolorido y desgarrador, sin la alegría, que no es alegría, de vibrar con el Folklore. ¿Para qué citar cuestiones más eruditas, si en esas letras está mi sentir? La fuerza ya no me alcanza para decir con Sor Juana: "Finjamos que soy feliz" ¡Ni siquiera a esa actitud aspiro! Que si es triste lo que me acontece: ¿por qué no ser coherente y mostrarme así? Si mi miseria congénita me carcome ¿para qué adornarla pretendiendo disimularla. Y no miento cuando te sumo a la lista de mis males, aunque hay más que tu nombre escrito allí. Siento una impotencia ontológica de no estar completo yo solo que se traduce en un instinto vehemente de completarme, un ansia violenta que se torna caníbal y aniquila a sus hermanas, las demás ansias. Y sentí, que no pensé: sentí, que tú curarías mi voluntad con dulces bálsamos y apagarías el fuego de esa ansia carnívora. No se porque me interesa que se me entienda, si ya todo está perdido, si la derrota es un hecho, si este sentimiento de ser-vencido corre por mis ventas y es tan real que no necesito comprobación lógica o descriptiva literaria. Y se me acaba Sabina, y se me acaba
Chavela, y los cánticos para el dolor escasean, y la cura, tú, ha desaparecido. El sentimiento primigenio de aquellos que, en contadas situaciones, es recomendando, es cotidiano antes de tu fugaz presencia y ahora, con tu partida, tan fugaz como tu presencia. ¿Qué letra han de entonar estos labios marchitos de no recibir la dulce agua de los besos del amor? Todo cotidiano, todo absurdamente hueco, y esos labios que esperaban la fertilidad de los tuyos sangran en su estéril haber, y ya no sorprende... ¿Por qué no sorprende? ¿Qué me impresiona que suceda o que no sorprenda? Mis argumentos me rebaten, mi desesperanza no era tal ni la fuerza que yo le achacaba, al menos sé que dominaba mi vida hasta que la destronaste. Ahora quisiera desesperanza total imperando mi vida con la dolorida pero descansada resignación."...y todo eso pasó con nosotros. Con esta lamentosa y triste suerte nos vimos angustiados..." Tu imagen va y viene, intermitente se proyecta en mi memoria. Mientras tanto me sumerjo en esta oscuridad que no acaba, en esta tristeza que todo lo matiza, en esta copa de amargura del derrotado, en esta locura portentosa... parto...vuelvo...sigo...no veo nada...








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Imagen 2: http://img158.imageshack.us/i/europa154lx4.jpg/

Sed de ser...

Author: B. Rimbaud / Etiquetas: ,





Me extraño, me extraño con tu cariño, con la dosis de amor a la que me tenías acostumbrado, es así que mi corazón se encuentra marchito, mi hogar otrora refugio lleno de luz que nos resguardaba tras murallas de afecto del hostil y oscuro mundo exterior, se levanta cual cementerio de todo aquello que fue y ya no es. ¿Aún pensarás en mi? ¿Lo amarás como me amaste? No lo sé...no sé si te amo, pero sé que extraño, al menos lo que era yo a tu lado. La vida es un remolino de emociones, un manantial de deseos que anegan nuestra voluntad. Y heme aquí deseando ser lo que fuí, pretendiendo cruzar el inexistente puente del abismo que nos impone el incesante paso del tiempo. El presente no me gusta, es tan frío, tan insípido. Y la voz de Chavela resuena en mi interior casi a diario: "Hay momentos en que quisiera mejor rajarme", constante tentación de tirar mi vida la borda o lanzarme al mar de la inconsciencia para no respirar este contaminado aire que destruye mis pulmones y envenena mi sangre. Quisiera desear nuevamente, volver a imponer mi voluntad al mundo ciego y carente de ella. Mi seguridad...dios mi seguridad tanto me hace falta...Ya no creo en nada, no hay doctrina que siga, no hay normas de acción y me siento incapaz de elegir. Todo es tan igual, ni siquiera sirve el criterio de "escoge de los males el menor" ¿y si no creo en nada? ¿Qué he sido después de ti? ¿Que estoy siendo? ¿Qué seré si no sigo creyendo? y me responde Mercedes Sosa: "un amasijo hecho de cuerdas y tendones, un revoltijo de carne con madera". Olvido, trato de olvidarte...Recuerdo, trato de recordarme, de ver que fui yo y no otra persona la que estuvo a tu lado y sentía tantas cosas que ahora parece que soy otra persona, sombra errante en un eterno estar-añorado, con una incompletud insaciable y lastimosa, ahora pasos hacia ningún lado, sin destino fijo...


Imagen: Autorretraro, Francis Bacon

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