Ángel extraviado

Author: B. Rimbaud / Etiquetas:

NOTA PREVIA (o para entender mejor este post): Hace algún tiempo publique una trilogía (sin proponérmelo) de escritos hermanados con la temática de la contemplación de lo sublime aquí en la tierra: humanos siendo ángeles, nada de metafísica, puro "flechazo" y harto sentimiento. Esos escritos son: "Desgarradura y Ángel", "Ángel Decadente" y "Ángel Promiscuo". Ahora surge éste, uno más. Por otro lado, había estado utilizando un lema: "Cuando escribir se vuelve una cuestión de vida o muerte", ahora cambia, al inicio del post se notará. Sin más...


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-Escribe.
Me dijo aquella voz
Yo, confundido y con 
los ojos cerrados, respondí:
-¿Con qué?
Imperativa me respondió:
-Con sangre, ¿se puede
escribir de otra manera?







Con el rostro de la ternura me topé: lo perecedero y lo sublime, ambos disueltos en un cuerpo esbelto y de color de etérea nieve, con la mirada ávida de quien despierta a la vida. Cual alma que, tras su tortuoso encarcelamiento, se eleva presurosa a contemplar los sublimes ideales que emulan todas las cosas de este mundo.

Dicen que los ojos son el espejo del alma, mas yo digo: los ojos son el alma y, con ello, la persona entera. Ellos moldean el rostro según les parezca la disposición del interior de la persona.

Y recordar aquella luz que miraba ayer entre tanta oscuridad, es rendir culto a lo que nunca se tendrá. No a aquel cuerpo -torpe amor fugaz- sino a aquel rostro, a aquella mirada, a aquel ángel extraviado entre el vendaval de pasiones exacerbadas. Entre los que realmente son solo cuerpo y no mirada.

Traer al aquí y al ahora la fineza de las manos de quién sin saber, por el mismo hecho de esta extraviado, no encontraría a alguien digno de acariciar, sino solo lo grotesco y las masas informes tan poco capacitadas para aquellos dedos que sobre el tambor descargan todos los sonidos, como lo diría Rimbaud.

Duele también ver en la mente a aquel ángel extraviado en sus danzares exquisitos, sin la impudicia y el desbordamiento de la urgencia hecha cuerpo. Bastan unos movimientos de ese rostro con cuerpo, de esas alas etéreas con carne y hueso para volver a creer, con Platón, que la música y su discípula más avanzada, la danza, son algo divino.

¿Y qué verían esos ojos de celestial criatura en ese lugar donde el devenir se hace devenir, donde lo sagrado muta en profano y gobierna lo vacuo? -Nada, no veían nada- y en feroz dialéctica hegeliana, pienso que lo veían todo. Sí, todo, porque todo eso era lo que no es este ángel extraviado. los demás cuerpos con rostro y ojos hechos para no ver, viven en penumbra sin saberlo. Y aquellos de pupilas vivas las hierven en alcohol y hierbas para poder tolerar la inmundicia en la que se ven reflejados. Pero tú, tierna criatura, con tu mirada, tal como lo dice Nietzsche, haces bellas todas las cosas. ¿Y no habrás de tocar a este cuerpo torvo y decadente para transformarlo en algo más digno? ¿No se clavarán tus ojos, en los míos ansiosos y secaran las lágrimas añejas del pasado y las heladas que continúan brotando cual manantial en este momento?


El presente apenas y nos dura, pero las imágenes perduran para bien o para mal para consuelo o martirio.


Ángel extraviado no partas aún, ¿no ves que al agitar  tus alas, mil plumas clavarás en mi espíritu formando tu imagen perfecta que siempre herirán al corazón al recordarles que después de ti, ya todo es despojo, necio afán y triste miseria?



Imagen: http://www.flodeo.com/favius

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