Momentos

Author: B. Rimbaud / Etiquetas:

3 momentos 3 puedo distinguir relativos a las crisis recientes, que a continuación relataré.

Momento 1: “El Martes cartesiano” ocurrido hace dos meses con días. La oscuridad cercó mi cuarto y me encontré sin nada que ofreciera una certeza a mi vida; de todo podía dudar como ajeno a mí; nada aparecía como no artificial, todo parecía contingente, y por ende que se podría ir al carajo. Tirado consumía mi existencia como una vela a la que amenaza el aire helado del invierno que pasa por la ventana. Al borde del último aliento, algo parecía brillar a lo lejos, aunque me doy cuenta de que está dentro de mí (estimado lector no me refiero a mi yo-soy, ni a mi yo-divino, ni nada esotérico), y fundo una verdad clara y distinta (el yo, ya lo daba por supuesto, eso también lo aprendí de Descartes), a la que se sucedieron unas cuantas más: después de todo había cosas mías, muy mías: humanas, demasiado humanas; no todo era exterior, aún había esperanza de no quedar flotando en la nada, había algo que daba sentido.

Momento 2: “El miércoles negro”, hace algunas semanas; perdida de sentido, las blasfemias proferidas contra el sustento de mi vida, erigido en un nicho con dos estatuas; la tristeza y el odio, en sí, sentidos con apenas unos segundos de distancia. El dolor hace que me desvanezca y pierda todo, apostando y rindiendo mi ser a Hipnos, quien procuro apiadarse de mí. El jueves no fue más gratificante, pero una vez caídos los ídolos, hay que construir otros, o bien darse cuenta de que al fin han muerto, y llegan los nuevos valores…

Momento 3: “El miércoles de la deconstrucción” (el miércoles del rompecabezas, pa’ los compas) hace algunos días… “De la caída del autor en una locura heracleana, debido a la muy santa y pura doctrina de San Freud y toda la cristiana cofradía de servidores de su muy beatísima majestad: el programador, la realidad, la libido o como se le quiera llamar…” Je, dejando el escolasticismo: El sentir como uno se desintegra en partes tan pequeñas y queda tanto en el suelo como en el ser etéreo que flota sobre los despojos…Ser dos veces, ser simultaneo y mandar a la fregada a Aristóteles (por aquello de que un ser no pude ser y no ser algo al mismo tiempo) desde la psique de un mexicano más. Después, si se ha caído lo que daba sentido a la existencia… ¿Qué queda? Y responde Descartes, apresuradamente “Pues el yo, pendejo (o alguna grosería equivalente en francés)”…Esta bien, le damos ese punto al padre del racionalismo, pero lamentamos, con el corazón atravesado por una espada (como profetizar del de María) que eso no basta para nosotros, que nuestro sentido era montar la tragedia, estar rodeados del coro: con nuestro ropaje roto, el rostro deshecho por las lágrimas, la ceniza en la cabeza y la sangre por la piel más un público frenético aplaudiendo y felices por la actuación; terminar con maquillaje hasta en el corazón, como dice la Naranjo. Y ahora que no está el personaje y el guión…el yo no se antoja como sentido, simplemente parece banal y vacuo.

Y hay un fantasma que ronda, como sombra de Hades, por esos tres momentos y por toda mi existencia: el miedo a la soledad, a la nada nadeante de Heidegger, que ha sido reinterpretado gracias a los susurros semanales de Palas Atenea.

Si es ese temor, pero lo que paraliza mi ser, no es otra cosa que el miedo a estar conmigo mismo, con mis defectos y mis virtudes, con lo más oscuro y luminoso de mí (si, primero lo negativo, después lo positivo). Titanes que creí haber sepultado en el Tártaro, bien custodiado, y que ahora van saliendo a enfrentarse con el Crónida que les relegó…

Vivir con ellos, encontrar sentido sobre lo más claro y distinto, labores concretas del “nosce te ipsum” que leí, hace tiempo atrás en Delfos; y saludo a los dioses, con intachable respeto, vierto la libación, y me alejo con sigilo…Febo, Palas, cuiden mi paso…



Recordando a Pessoa

Author: B. Rimbaud / Etiquetas:

Bueno que más me queda que escribir, es como reír con el spleen y el tedio ahogándome.

Desde el lunes nada ha sido igual; y es que si el domingo me sentía golpeado, a partir de ese día me siento deshecho, literal. Y así ha transcurrido la semana entera: altibajos pero dentro de lo bajo.

Y ahora el colmo, si la situación emocional estaba casi en bancarrota, la situación económica no es mejor: reducción de horas de trabajo, reducción de sueldo. Y sin argumento que oponer, ni responsabilidad que asumir: “ya que”. Menos alcohol y menos libros.

Sí, que no olvide lo optimista: menos trabajo, de acuerdo pero más tedio y menos dinero para pasar ese tedio.

Es otro madrazo más a la base de mi vida y eso empieza a hartarme…Mis valores y de quien salieron ya fueron puesta en duda e incluso golpeados por mí, su más fiel portador.

Y, es que, harto de tanta descalificación e insignificancia me atreví a erigir valores propios, míos, humanos demasiado humanos. Y cuando los contrapuse en vía de algo evolutivo, resultó que los constructores de los antiguos valores consideraron lo nuevo como algo imposible…

Que ya no suena a tripas esto, pues claro que lo sé… ¿Pero como no le voy a sacara a las vísceras si el lunes en la espesa desesperación envuelto me vi? Tristeza y odio en sus más amplias definiciones, y con una diferencia de segundos fueron vividas y transmutadas en una nueva emoción, toda desgarrante: la impotencia, al grado de sentirme incapaz de poder deprimirme con las canciones de antaño: calle melancolía, paloma negra, si tu no vuelves, la llorona, etc. A todas encontraba el icono que me llevaba al contenido que tanto dolía.

La referencia al hueco, al vacío existencial, al sinsentido, a lo efímero, a lo leve y cuantos sinónimos se me ocurran, se tornó ridícula y patética; vergonzoso, tonto y harto doloroso, se volvió todo lo que amenazara en tocar ese tema.

Ahora me siento flotando en el éter o estacionado, cargado de energía cinética, émulo a un bulto. Ya no quiero causas eficientes, me repugnan. Incluso salta al recuerdo aquellas letras de Pessoa: “No, no quiero nada; ya dije que no quiero nada…” pues tengo la impresión que toda mi volición se relacionaba con objetos para llenar ese hueco.

Con amargo sabor en la garganta, he de confesar que cuenta me he dado que nada de lo que en mi fantasía se hallaba, lo ha de llenar: ni el dulce Olimpo, ni los frutos de Apolo, ni el desorden de Dionisos, ni las caricias de Eros, ni las noches de caza con Artemis, ni las batallas junto con Ares, ni Palas con sus ojos, ni Cipris con su belleza, ni las armas de Hefesto, ni Eris con sus manzanas doradas, ni siquiera Hades con su silencio y olvido infinitos.

Pero, esperen, como dijo Pessoa, yo no tardo, nunca tardo, allí está el fin: Uranos y Gea de nuevo…

Pandora

Author: B. Rimbaud / Etiquetas:

Antes de que abriera la caja de la esposa de Epimeteo, y se desataran sobre mi, males inarrabales, mi existencia era el mantener oculto algo que ni siquiera yo sabía que era.

Pero un día, en singular arrebato, rompí el sello y las desgracias salieron para volverse contra mí. La esperanza quedó, con dubitativos ojos me observó e instantes después, abrió sus alas y se fue también…

Ahora sólo el vacío queda, el sobrevivir día a día se erige como un esfuerzo heroico, el respirar y caminar es el orto alcance del concepto de existencia.

Ya nada me sostiene, los muros derribados dejan que el pesado techo caiga sobre mi frágil cuerpo.

¡Erinias vengadoras, alcancen este cuerpo y denle muerte! He pecado contra su ley. ¿Quién si no fueran ustedes, podría acelerar mi caminar hacia el Hades?



¡Esposo de Perséfone! Manda a algún mensajero por mí, ve que ya llevo el pago del viejo Caronte; date cuenta, infernal númen, que una sombra de tu reino soy, pero que fieras cadenas aún me atan a este mundo, camino de espinas hacia ningún lugar.

Es la razón, perversión de perversiones, quien finca celestial mansión después del flagelante sendero.

Es el Logos quien nos aleja del ser, para que contemplemos el deber, algo que ni en ésta, ni en otra, ni en ninguna vida alcanzaremos.

¿Y tú esperanza, hija malparida de tan envilecedora madre, eres en quién pretendemos fundamentar nuestra existencia?

¡Al diablo con todo! Venga el ditirambo y la vid; y luego, cuando exceso corroa y nos consuma, llévanos príncipe de las tinieblas, guardián del Tártaro, a tu sacro reino…

6 de mayo, 2007

Author: B. Rimbaud / Etiquetas:

Con un domingo a punto de morir, un cuarto con el estatuto de incordinable y yo en la categoría de basura y/o imbañable, lo único que puede salvarme es referir los hechos de los pasados días.

Este viernes prometía ser un tanto diferente a los demás: ahora si se lo dedicaría a Apolo, en mayor o menor medida, pero conforme avanzaba la tarde la psique se subleva contra la voluntad y exige una cahuama con algo de compañía para evadir el tedio.

Después, eso se convierte en realidad y me veo entrando al antro con un amigo; olga decir que el estado etílico de ambos ya era muy avanzado y conforme pasaba la noche se acentuaba más. El encuentro con personas nefastas de antaño fue evadido por la misma dinámica del lugar.

Ya acabado el mediocre show y con más ansias de destrucción pues entre el conflicto de bailar o no bailar, el tedio fue menor bailando. Con el organismo harto de alcohol, la garganta con sabor a cerveza y una nefastitud del tamaño de una botella de Skyblue o de Tequila Tradicional (los gustos suelen variar), abandonamos el lugar y cada uno por su lado.

Sábado, ya más decidió a vivirlo en el recogimiento espiritual que solo es capaz de dar una cruda elevada a la cuarta potencia, transcurría con insoportable calma. Los planes estaban trazados: salir con un amigo, y regresar a mi cuarto a continuar con mi vida ascética.

Cuando pretendía partir (con un retraso de 10 minutos que se hizo evidente) recibo una llamada de una amiga, a la que le di santo y seña de la incursión de la noche anterior, me ofrece otra salida y sin dudarlo acepto.

El encuentro con el amigo fue interesante, una vez finiquitado el asunto corrí a empezar con la nueva etílica noche que empezaba. Llega el amigo de la noche anterior y con mágicos brebajes pudimos estar ebrios antes de ingresar al segundo antro en el que si nos dejaron entrar.

Ya entrados, nos desarrollamos en la más pura definición e interpretación que de la palabra folklore pueda darse. Más gente conocida, después muchos bultos…

Después, lo inevitable: cansancio, asquío, sociopatía, misantropía, misoginia y cualquier otra palabra que revele el hartazgo. Primero todo suprimido por la compañía de quienes se sentían en menor grado igual que yo.

Pero el despertar, fue el spleen en sí, y ahora son las 10:23 pm, solo hice una comida, y empecé a escribir esto con algo de ironía y sátira pero creo que no me salió…Y ya como epílogo, para concluir en un intento de decencia, es pintar el cuadro de lo que hago: escuchar a sabina y leer tragedias griegas, de alli deduzcan, interpreten o prejuicien...

Casi un año del 1 de mayo de 2006

Author: B. Rimbaud / Etiquetas:


¿Qué haces aquí, en mi mundo, sentado en un rincón, viendo pasar a la gente con aire de lejanía tal y como tu rostro se expresaba hace casi un año?

Parecería que vienes con los ojos derramando lágrimas, las vestiduras desgarradas y sin calzado que aminore tus pasos.

Aparentas querer un abrazo y que tus lágrimas sean secadas con pétalos de rosa.

¿A qué vienes? Realmente no lo sé, tu tristeza te sigue como la sombra al caminante…

Turbas la poca paz que había podido encontrar tras multitud de tormentas. Ahora mi entendimiento busca desentrañar el misterio de tu paso por éste, mi camino; y olvida las funciones y operaciones que debería de realizar y vuelva su aparato intuitivo hacia ti para tratar de abstraer algo de tu presencia.

Y cuando mi atención es toda tuya, surge la pregunta: ¿Qué tanto soy yo el que lloro? ¿No es la soledad la que sigue mis pasos, y no tú?

Tu realidad, con la mía, se funden en una oscura nebulosa, se pierden en los límites del uno frente al otro…

Y el anhelo por unirme a ti renace con nuevo vigor rompiendo las cadenas de la mesura que me mantenían a salvo del dolor.

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