Recomendación - Obras Completas de Sor Juana Inés. Lírica personal.

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Libro: Obras Completas de Sor Juana Inés de la Cruz. Tomo I. Lírica Personal
Autor: Sor Juana Inés de la Cruz
Editorial: Fondo de Cultura Económica. Biblioteca Americana
Precio: Poco más de $200

El gobierno federal, en este bicentenario y centenario, lejos de promover la triple 'R': Rescate, Recuerdo y Reflexión optó por el festejo fugaz y efímero pero a la vez caro. Como suelo ser muy contreras propondré una lectura que cumpla con la triple 'R' y a la vez, barata.

El libro a que le invito a leer, estimado lector, es de una de esas mujeres que forjó con su vida y obra la vida de nuestro México, aquella que al no poderse vestir de hombre se vistió de monja por amor al conocimiento. Su nombre: sor Juana Inés de la Cruz de la que poco se sabe entre la gente pero -y esto es lo triste también- menos se lee. Tal vez el dato más conocido de ella no sea otro que el de estar presente en los billetes de doscientos pesos.

El FCE (Fondo de Cultura Económica) editó sus obras completas con las debidas citas explicativas en cada uno de los libro para hacerlos más comprensibles a los lectores, no obstante en este caso nos referiremos al tomo I: lírica personal.

Se equivoca quien piensa que en Sor Juana encontrará poesía sacra o versos elevados al Creador solamente, miente quien afirma que lo más sublime de Sor Juana son aquellos versos que comienzan con: “hombres necios...”, errados andan aquellos que suponen no poder encontrar la filosofía o el amor en las letras de nuestra monja.

Toda la poética de Sor Juana transpira pasión, un escalofriante deseo que nos hace recorre todo el cuerpo al leer:
Es amor, pero es amor
que, faltándole lo ciego,
los ojos que tiene, son
para darle más tormento.

Brotan además multitud de sentimientos humanos cual abundante manantial:

Baste ya de rigores, mi bien, baste;
no te atormenten más celos tiranos,
ni el vil recelo tu quietud contraste
con sombras necias, con indicios vanos...

Es nuestra poetiza única en su género, amor y celos hemos mencionado, pero falta la cuestión existencial, tan exquisita como rica y singular: una mezcla de occidentalismo enriquecida por una veta del pensamiento náhuatl que nos da como resultado una preocupación, razonada y sentida a la vez, sobre la fragilidad humana sobre la condición de 'mortales' que pesa sobre nosotros: 

...éste, en quien la lisonja ha pretendido
excusar de los años los horrores, y venciendo del tiempo los rigores triunfar de la vejez y del olvido,
es un vano artificio del cuidado,
es una flor al viento delicada, es un resguardo inútil para el hado:
es una necia diligencia errada,
es un afán caduco y, bien mirado, es cadáver, es polvo, es sombra, es nada.

Sobre el conocimiento, Sor Juana nos habla en una reflexión enmarcada en el más excelsos de los cuadros: el padecimiento de quien ha amado a la sabiduría como a un hombre o a una mujer, según sea el caso; un conocimiento que no es del todo útil, una razón tosca que no hace siquiera más vivibles nuestros momentos de amargura:

Finjamos que soy feliz,
triste Pensamiento, un rato,
quizá podréis persuadirme,
aunque yo se lo contrario...

Reitero la invitación a adentrarnos en el mundo de Sor Juana: de sus letras y sus pasiones, de su filosofía y sus desamores, de su alegría celestina y coloreada por sus metáforas, símiles y demás que no encontraremos en ningún otro lado mezcladas con esa mesura entre lo mesoamericano y lo europeo-clásico, de su tristeza dolida ante la circunstancia humana, ella misma nos ofrece: 

...ya en líquido humor viste y tocaste
mi corazón deshecho entre tus manos...

No sé que me das...

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Puede que solo sea artificial,
puede que a mi manera me sirva para olvidar

Tal vez mi interpretación extralimite lo que eres en realidad. Que mi corazón turbe mi razón nublando los ojos de mi intuición. O quizá es una actitud que me impongo para continuar en este mundo tan hostil. Tal vez me engañe, tal me engañes, pero lo quiero creer así.

Prometí que nunca volvería a caer,
pero esta vez no lo quiero evitar

Digamos adiós a nuestros miedos, a nuestras experiencias pasadas de amor y dolor. Atrás quede ese juramento que hice de no entregar mi corazón. Quiero abrir nuevamente las puertas de mi alma. ¡Que va! Más que desearlo mi ser entero lo exige en cada respirar de mi cuerpo. Quiere superar la tormentosa desgarradura de esa soledad, la oscuridad del claustro de la tristeza que solo ofrecía una seguridad mínima. Ya solo me permitía las caídas en el abismo sin fondo de la decadencia. Ahora quiero que mi cuerpo caiga, agotado de amar, sobre el tuyo.

Y es que me hace volar
como el águila que vuela en libertad,
sobre el valle lejos de la tempestad,
como el viento cuando cruza la ciudad
con el rumbo fijo y sin mirar atrás.

La elevación que me provocan tus besos y caricias, la experiencia de ya no estar en este mundo, el corte de ataduras y cadenas hasta la inmensidad. El cese del dolor y el finiquitar la separación eterna entre el tú y el yo. Almas y cuerpos fusionados volando hacia la misma dirección. Porque esa es la verdadera esencia de la libertad, que solo se logra tras la entrega de uno mismo. Cuando ya los obstáculos no importan, cuando se fluye juntos con el Todo. Y me repito con la respiración agitada: “No, no sé que me dás, que me hace volar”.

Puede que solo dure un poco más,
dicen que lo que sube también tiene que bajar
como el sol entre las nubes hacia el horizonte irá
sabiendo que mañana amanecerá.

Asesinemos las ataduras con el pasado y el futuro, no importa cuanto dure, que sea solo este instante, este Aquí y Ahora absolutos. No pensemos en más, no sintamos sino nuestros cuerpos sudoroso y nuestras almas fatigadas. Mientras sintamos esto, lo repetiremos una y otra vez. ¿Qué importa si la vida o alguno de nosotros elegimos separarnos? Sabemos que el horizonte de lo efímero no se estingue, que la noche sin luz se avecina, pero esta luz, sol mío, se reflejará en mi corazón por mucho tiempo, será la luna en esas noches obscuras.

No, no sé que me das…
Como una montaña se vuelve volcán.
Y de un remolino surge un huracán.

¡Oh fuerza de mi ser! De mi paz provocas mi guerra, avivas el fuego de este corazón hace poco casi extinto, casi muerto. Y de esta dispersión, que he sido, la sintetizas y unificas en un feroz huracán donde el ojo y centro no eres otro sino tú. Que se preocupe la vida, porque este guerrero ha renacido, y tú, mi fiel herrero, has forjado mi espada hecha añicos y reparado los trozos de mi escudo. Todo se vuelve explosión y ríos de felicidad manan de mi corazón. Ansias infinitas se disparan de mi voluntad de poder.

No, definitivamente, no sé que me das...





Imagen: http://univisions.wordpress.com/category/jafree-ozwald-and-margot-zaher/
Canción: No sé que me das
Interpreta: Fangoria

Que tal...

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Nunca antes mejor dicho...

Recomendación F-L. Las siete tragedias

Author: B. Rimbaud / Etiquetas:







Título: Las 7 tragedias.
Autor: Esquilo

Resultados de la búsqueda

  1. Editorial: Porrúa
  2. Precio: $50



Nota: La versión del post es en Porrúa, la traducción que considero mejor la pueden encontrar en editorial Gredos, no obstante esta edición está pasable y es económica para que no haya escusas.

¿Quién, si no los dioses, pueden pasar la vida sin desgracia?

En Esquilo se funde el destino con el andar, paso a paso, del humano. No hay disociación
entre el orden del cosmos y el orden en la vida de los hombres, incluso los dioses mismos
caen bajo la guadaña de la Moira.


¿Cómo no debía ser el hombre el principal padeciente de esa conjunción entre la voluptuosidad divina y el deseo ciego de la naturaleza? En todas sus tragedias el sentido borbotea más que el agua de los manantiales: se sabe de la crueldad de la vida y se acepta con heroísmo pero también con resignación dolorosa.


Nada más lejos de nuestras pseudo-cosmologías contemporáneas que nos hablan de una bondadosa teleología y un final o una continuación más o menos feliz de la existencia humana.

Basta comparar con cualquier relato de superación personal barata (disculpe, amable lector, la redundancia) con la trilogía de Orestes por ejemplo, cuando todo avisora un final feliz pues Agamenón, comandante de los griegos en Ilión/Troya regresa triunfante a su patria cerrando un ciclo muy importante para la historia o mitología griega, es asesinado en el lecho nupcial desatando otra épica pero esta vez de corte personal.


Mientras que Agamenón se asumía como el héroe prototipo de los aqueos y tiene una muerte, por demás vergonzosa, diríamos ahora injusta o tonta, a su hijo Orestes le tocará asumir otro papel: ambos roles impuestos por lo insondable del destino. Relatos muy recomendables para sumergirse en otra visión de la vida, en la redundancia del sentido y la omnipresencia y omnipotencia del destino.

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