Nezahualcóyotl - Yo lo Pregunto

Author: B. Rimbaud / Etiquetas:




Yo Nezahualcóyotl lo pregunto:


¿Acaso de veras se vive con raíz en la tierra?


Nada es para siempre en la tierra:


Sólo un poco aquí.


Aunque sea de jade se quiebra,


Aunque sea de oro se rompe,


Aunque sea plumaje de quetzal se desgarra.


No para siempre en la tierra:


Sólo un poco aquí.


Nezahualcóyotl

Fangoria - Miro la vida pasar

Author: B. Rimbaud / Etiquetas:

Mi indiferencia natural
Curtida en mil batallas contra la pereza
Borra del mapa todo amor
Porque en mi vida todo acaba como empieza
-
Y en plan travesti radical
Le doy la espalda a cualquier muestra de tristeza
¿Melancolía o decepción?¿Felicidad o tentación?
Todo podría ir a peor...
-
Mientras tanto miro la vida pasar
Y no sabes cuanto me cuesta aceptar que no volverás
Por el momento miro la vida pasar
Sin venir a cuento alguien te vuelve a nombrar
-
Pasado el tiempo sigo igual
A veces pienso que he perdido la cabeza
Y algunos días sin razónYa ni me late el corazón
En esta cárcel de rencor
-
Mientras tanto miro la vida pasar
Y no sabes cuanto me cuesta aceptar que no volverás
Por el momento miro la vida pasar
Sin venir a cuento alguien te vuelve a nombrar
-
Siempre he sido fuerte
Aunque a veces he dudado
Si la suerte no se ha reído de mí...
-
Mientras tanto miro la vida pasar
Y no sabes cuanto me cuesta aceptar que no volverás
Por el momento miro la vida pasar
Sin venir a cuento alguien te vuelve a nombrar

Naúsea existencial

Author: B. Rimbaud / Etiquetas:

Tengo el asco de haber deleitado la existencia y ahora volver a probar el puñado de cenizas que es la levedad cotidiana. Tengo el caos que predicaba Zaratustra, pero ¿dónde está la estrella que prometió que daría a luz? Si ya la garganta se ha inflamado de proferir insultos a la vida, ¿qué blasfemia puedo gritar, en un alarido, que haga enardecer a mi derrotado corazón? ¿Y qué he de decir de los amores? ¡Oh torpe bálsamo, que no cura, de las heridas del transcurrir mortal! Ídolo al que todos, rinden tributo fingiendo no hacerlo. Cruel desdicha la del amante que entrega su exhalar a alguna de los míseros ejemplares de su condenada especie, sin recibir en pago más que girones de piel. Le levedad es un veneno que todo lo corroe, del que nada puede escapar, más aún: es la esencia, la entidad de las cosas. ¿No aparece, a caso, un coche tras otro sin el menor sentido? ¿No nos da igual tanto la dicha como el mal ajeno? ¿Podemos decir que un momento de dicha es capaz de equilibrar la balanza de las noches en que el cuerpo flota sin que podamos conciliar el sueño? ¿Cuántos momentos son los que alcanzamos un orgasmo y cuántas las lágrimas derramadas? Multitud de ocasiones nos perdemos mirando hacia la nada, pero jamás he oído que alguien se pierda su visión en la alegría. ¿No es la faz contemplativa reminiscencia de nostalgia? ¿No es el llanto con lo primero que se reconoce que el infante está vivo? ¿Qué le queda por ofrecer a la vida? ¡La levedad! ¡Eso y nada más! Porque ningún momento puede hacer que se equilibre la balanza. La sonrisa del recién nacido, no borra la ceguera con la que se inicia en este mundo. La nostalgia de ser-no-siendo no desaparece con toda la sabiduría del mundo. Ni el más torrido y hondo clímax sexual borra los desgarramientos que ha sufrido el alma al verse alejada de lo que tanto ama. La noche en que aferramos nuestros brazos a otro cuerpo no son suficientes, más son las que nos aferramos a la almohada para poder sentir nuestro cuerpo, para poder sentir que existimos aunque sea en contradicción con otra existencia. Perdemos nuestro mirar en la nada, por que este ser, insoportablemente leve, solo nos recibe con escupitajos y caminos de espinas. Dolor y no-dolor es la nueva dicotomía que reemplaza a tristeza-felicidad. Existencia plena deberá de llamarse a la que evada, con suerte, tanto a la honda desesperación que causa el dolor como al suave y mortal desasosiego nada esperanzador de la levedad.

Albert Camus

Author: B. Rimbaud / Etiquetas:

"

Lo que le falta al dolor del mundo, como le falta a los instantes de su
dicha, es un principio de explicación.

"

Albert Camus

Nociones de la no-libertad humana contemporánea

Author: B. Rimbaud / Etiquetas:

A PARTIR DE 'EL HOMBRE UNIDIMENSIONAL' DE MARCUSE




“¿Puede afirmar con derecho una sociedad que no es capaz
de proteger la vida privada del individuo, incluso dentro
de las cuatro paredes propias, que es una sociedad
que respeta al individuo y que es libre?”
H. Marcuse



El presente trabajo, pretende ser un primer acercamiento a la obra de Marcuse a través del libro “El hombre unidimensional”, para encontrar algunas claves que nos ayuden a entender la situación actual de nuestra sociedad para poder así clarificar el estatuto en el que se encuentra el hombre, cosa no difícil de dejarse ver.

Divido el escrito en dos partes. En la primera, abordo rápidamente algunos puntos sobre las bases del positivismo para posteriormente desarrollar brevemente algunas ideas de Marcuse en cuanto a la sociedad, política, lenguaje, arte, filosofía, etc. con el fin de dar esa descripción del estado actual del entorno humano.

Mientras que en la segunda parte, abordaremos sintéticamente la cuestión del hombre (o de lo que queda de él) y las pretendidas opciones para un cambio realmente cualitativo.

Sobra decir que no pretendo agotar todas las ideas del autor y solo resalto las que considero facilitan el entender su pensamiento. A la par, trató de hacer un aterrizaje con algunos ejemplos desde nuestra cotidiana realidad mexicana.





I

“¡Se venden los cuerpos sin precio!, ajenos a toda raza, todo mundo, todo sexo, toda descendencia. ¡Riquezas que brotan a cada paso!
¡Se venden habitaciones y migraciones, deportes, magia y comodidad perfecta, y el ruido y el movimiento, y el porvenir que crean!
A. Rimbaud

Para un entendimiento del individuo, es necesario abordarlo en su concreción, esto es: como un determinado momento de la historia, como parte de la sociedad con un gobierno dado. Nuestro autor parte de la circunstancia capitalista desarrollada en los Estados Unidos de la segunda mitad del siglo pasado. Con la prosperidad que parecía ser el futuro de dicha nación como culmen del desarrollo del mundo occidental y como principal bandera del progreso, que ya tantas guerras ha liderado.

La estructura política es la primera que formularemos aquí como dudosa respecto a la promoción de la libertad o de una mera neutralidad respecto de ella. Y es que la legitimidad que adquiere un sistema político dado, esta dada en la medida en que responda a las necesidades por la cuales fue creado. En el caso de nuestro sistema, encontramos que éste nace con la Revolución Francesa y las filosofías que la inspiraron.

Zea nos dice al respecto:
“En su fase revolucionaria, la burguesía había opuesto […] contra un régimen en que todo orden estaba preestablecido […], por medio de sus filósofos, predicó la libertad absoluta, una libertad sin límites. […] Pero alcanzado el poder, tal ideología resultaba contraria a los intereses de ésta.”[1]
Lo que vendría a continuación sería una justificación de la permanencia en el poder y la negación a otros grupos (entre ellos los antiguos portadores del poder) basada en los logros que no se habían tenido.


En pocas palabras, la nueva legitimación ya no correría a cargo por parte de la religión, sino de la ciencia. En concreto de sus aplicaciones, dirigidas a crear un estado de bienestar en común, el orden y progreso del que habla Comte[2] (cabe mencionar que Marcuse no lo menciona, al menos directamente). En un primero momento, la empresa no contenía contradicción en sí misma. Pero conforme el sistema se fue desplegando, tanto en lo político como en lo científico, el hombre concreto se vio superado por ambas formas.

Poco pasó para que la promesa no fuera cumplida directamente, la diferencia de clases de los nuevos favorecidos por el poder y los no favorecidos fue creciendo, de suerte que el esclavismo feudal se transformo en un esclavismo protoindustrial a mediados del siglo XIX. En este contexto, las diferencias sociales vivían en constante tensión, pues la realidad de una determinada clase contradecía la de la otra. El burgués en un teatro, mientras que el proletario trabajaba de sol a sol para darle de comer apenas y a penas a su familia.

De la negación de esta circunstancia renació el proyecto de la racionalidad tecnológica, ya esbozado en germen con el positivismo y la Revolución Francesa; Marcuse lo esquematiza en los siguientes puntos:
“…desarrollo de las fuerzas productivas en una escala ampliada, extensión de la conquista de la naturaleza, creciente satisfacción de las necesidades para un creciente número de hombrees, creaciones de nuevas necesidades y facultades” [3]
Dicho de otro modo: que la promesa del sistema de una vida cada vez más confortable para cada vez un mayor número de personas.

Y vemos, que en parte, esto se ha cumplido. Sería del todo torpe decir que los trabajadores de nuestro tiempo viven en la misma miseria que los del tiempo de Marx, por ejemplo. Aunque esto no nos exime de decir que no viven en la miseria: pues en ambos casos no se les ve más que como un recurso, en el primero como componente activo de una máquina, en el segundo como una bestia de carga.

Si bien, las necesidades vitales a veces son cubiertas, esto no deja de lado la creación de otras necesidades que no pertenecen a esta esfera, pero que parecen disfrazarse y son vistas como tales para los individuos: la ropa de la última moda, una comida dietética (en el sentido peyorativo de la palabra), etc. La propaganda se encarga de dar a conocer las nuevas importaciones que necesitan nuestras vidas para ser plenas.

El fin, el estado de confort, viene a justificar los medios, una supresión tenue de la libertad y del individuo como tal. Es decir, el individuo debe de trabajar para lograr dicho estatus y solo puede elegir las opciones que le propone (o acaso impone) el sistema en su reflexionar ya también preconfigurado, de suerte que:
“La libre elección de amos no suprime ni a los amos ni a los esclavos. Escoger libremente entre una amplia variedad de bienes y servicios sostienen controles sociales sobre una vida de esfuerzo y de temor, eso es, si sostienen la alienación.”[4]
Apoyando a esto, quedaría por decir que el individuo reproduce fielmente las necesidades, que de sí mismo, no son suyas.

Dichas insuficiencias obedecerían directamente a la mayor productividad del aparato económico basado en la tecnología e introyectadas en el sujeto por medio de la mercadotecnia que muestra ser altamente eficaz; allí donde la educación fracasa rotundamente, esto es: en formar individuos capaces de ser autónomos, al menos en la toma de decisiones, es decir, que no respondan al 100% a la empresa.

El cómo se perpetua el sistema viene dado por la capacidad que tiene de asimilar lo contrario, para neutralizarlo y luego proceder a utilizarlo como mercancía y ampliar el horizonte de contenido que posee. Un ejemplo de ello, serían algunas de las prácticas religiosas, que de suyo, no encajarían con la visión materialista del capitalismo y que parecerían ser realmente contrarias a él, y hasta inadaptables. Pero más pronto que tarde, hemos comenzado a ver lo contrario: instructores de yoga en la televisión, técnicas de meditación para la persona citadina, etc., que tanto obtiene de ganancia a quienes les promueven.

En el ámbito político, la supuesta confrontación de los partidos no es tal[5], pues todos viven del erario público y son capaces de ponerse de acuerdo, mínimo para subirse el sueldo. Toda alternativa obedece al sistema dado, si quiere ser tal. Sino, no se le reconocerá en un primer momento, y después se le retomará.

A decir de Marcuse, esto solo es posible por un dominio del lenguaje, pues se propugna uno propio del sistema, basado en tautologías o términos que ya han formado una imagen previa a través de los medios, de manera tal que la persona los asocia con una inusitada naturalidad[6]. Un ejemplo, sería una entrevista rápida que se hizo de una de los automovilistas que circulaba en el centro del Distrito Federal durante el plantón del año pasado. Sin expresar causa alguna, afirmó que todos los que se encontraban allí eran “una bola de huevones” (sic) y que era mejor que se pusieran a trabajar. A la par, podemos analizar esa noción como parte del ideario colectivo, pero no es que se tenga a priori, basta un análisis de los educadores de nuestro pueblo, y al ver inmiscuidas a las televisoras y una educación marcadamente débil, se puede afirmar, al menos en un primer momento que es de allí de donde el sujeto tomó la imagen que evocará su mente cada vez que algo le recuerde la palabra “marcha”, “huelga”, “plantón”.

Lo anterior no pretende ser una prueba de nivel epistemológico, pero apela un tanto a la realidad de nuestra circunstancia. Si la reflexión sobre nuestras propias ideas no es algo que se inculque, toda imagen que nos venga es tenida por natural y propia, pues indagamos y pensamos sobre su procedencia, y nos quedamos con ella, sin más.

El lenguaje, también aparece como único, pues es capaz de adaptar incluso palabras que no obedecen o convienen directamente a la circunstancia capitalista. Por ejemplo: enajenación o alienación, mercancía, igualdad, autonomía, libertad, etc. que son tomados de contextos que suponían una protesta en contra del sistema y que son usados por los mismos partidos o el gobierno. Así, podemos hablar de una libertad de expresión (por la que tanto se luchó) que ahora se ve entre la espada de Televisa y la pared de T. V. Azteca, pero que tanto es mencionada y peleada por las empresas dueñas de la televisión.

Cabe agregar que es tanta la adaptación del lenguaje, que pueden convivir conceptos contradictorios o que despertarían sospecha de que la situación no anda bien sin que despierten el menor malestar en los receptores de tal o cual mensaje. Es así, que frase como “Presidente espurio”, “El transporte público subió a $4.50”, “Abstencionismo electoral”, pasan como notas cualquiera, o en el caso de ser recurrentes, no mueven a la persona a un análisis de dichos enunciados. Concluye Marcuse: “El lenguaje no solo refleja estos controles, sino que llega a ser en sí mismo, un instrumento de control, incluso cuando no transmite órdenes sino información”[7].

Mediante lo ya dicho anteriormente, es fácil que el sistema se muestre a sí mismo, el proyecto más apropiado para nuestra realidad. De suerte que toda confrontación abierta u opción sea desprestigiada por el hecho de no concordar con lo evidente de nuestra situación de confort. La crítica, a nuestro entender, puede provenir de dos flancos: el arte o de formas del pensamiento que involucren la historia, pues llevan en su seno particular el embrión de una propuesta alterna al sistema. Pareciera que nuestro autor las hermana, como ya había dicho Unamuno: “poeta y filósofo son hermanos gemelos, si es que no la misma cosa”[8].

A decir del arte, nuestro autor señala que éste tiene un poder negativo de la realidad. Pues es capaz de vislumbrar un mundo distinto del ya dado. Algo que puede ser. A la par, implica una sublimación de la lívido, que libera y mediante entre el conciente y el inconciente, entre el intelecto y los instintos. De suerte que el sistema actúa proyectando el Eros hacia la satisfacción sexual y no al erotismo ni demás actividades que involucran este sentido[9] y que implicarían una objeción al sistema.

Respecto al saber reflexivo, nos dice nuestro autor, que necesita de la historia para poder decirnos algo diferente del mundo ya dado y que nos es cotidiano. Solo el horizonte histórico, sería capaz de darnos la oportunidad de pensar algo diferente desde el pasado, situándonos en un presente pero con vistas a un futuro, esto es: un deber ser.

Allí donde el positivismo lógico analiza el lenguaje filosófico teniendo como base el lenguaje común, Marcuse apuesta por ese mismo análisis incluyendo la historia[10] y ejemplificándolo con el concepto de la libertad, que no implica una mera quimera sino que referiría la que se tenía antes, la actual y la que no tenemos aún; esto es, no hablamos de una serie de disposiciones únicamente sino de un referente no necesariamente empírico; por lo que ningún concepto sería entendible sin su contexto.

La Filosofía también topa con objeciones, la Ciencia se muestra superior y la deshecha, después de todo la Filosofía deja al mundo tal y como lo encuentra[11]. La misma Filosofía se pone al servicio de la depuración del lenguaje, justifica algunas acciones y se le inmuniza como negación al amputarle la concretitud de la cual nació y afirmándola como terreno fértil de metafísicas.



II

¡Ay! Llega el tiempo en que el hombre no dará ya a luz ninguna estrella. ¡Ay! Llega el tiempo del hombre más despreciable,
el incapaz ya de despreciarse a si mismo.
F. Nietzsche

Tras este breve esquema, volvemos a la pregunta por el hombre, que formulo de la siguiente manera: ¿Qué es lo que queda del hombre? ¿Acaso su libre pensar? ¿O su fluir de sentimientos como la corriente de un río sin barreras? ¿Le queda el sueño, consolador? ¿Acaso es que puede elegir?

Marcuse nos va mostrando a través de su obra, a través de los distintos ámbitos humanos, como: “Los individuos y las clases reproducen la represión sufrida mejor que en ninguna época anterior”[12], debido no a una represión de las alternativas sino una adaptación a la visión dada del sistema.

Tenemos pues una reducción del hombre en todos los sentidos. En el lenguaje, se le pide que hable correctamente el argot de lo cotidiano. Las elecciones se limitan a las proporcionadas por la producción. No se promociona una capacidad reflexiva que realmente trascienda los ámbitos de este sistema (es más, en México no se promociona la reflexión). En los saberes, que estos vayan siempre enfocados hacia la ideología predominante que es la ciencia.

La actitud crítica es prácticamente olvidada, tal y como la historia es borrada lenta pero constantemente de nuestros libros de texto. Por otro lado, cualquier crítica que se pretenda esgrimir se encuentra con el cancerbero de la ciencia, mismo que Feyerabend ya describió:
“La ciencia sólo es uno de los muchos instrumentos que ha inventado el hombre para manejárselas con su contorno. Pero no es la única, no es infalible, y se ha hecho demasiado poderosa, demasiado apremiante y demasiado peligrosa para ser abandonada a sí misma.”[13]


Por otro lado, nuestro autor busca darnos claridad ante las alternativas, pero desde las primeras páginas, el desasosiego nos invade: los jóvenes revolucionarios no pueden realizar el cambio, les falta el poder material, la clase obrera (tan ensalzada por Marx: “Así como la filosofía encuentra en el proletariado su arma material, así el proletariado halla en la filosofía su arma espiritual[14].) tampoco es capaz por su vínculo con la producción de mercancía y no la negación de esto. Inclusive tampoco intelectuales, sabios, técnicos, etc., porque estos son bien remunerados[15].

El resto del libro nos explica el como se llega a esta conclusión, y esperamos, con singular ansia, llegar a tierra firme después de una furiosa tempestad para darnos cuenta del naufragio: pues si han sido esterilizadas todas las formas de protesta, solo queda una forma de protesta que no es una forma sino un contenido. Un contenido revolucionario que reclama los derechos más elementales: la gente que vive en la necesidad inmediata y quien niega todas las instituciones. Hay una posibilidad de cambio que se basa en este estrato fuera del sistema, y su presencia espectral que visualiza él de nuevo posible encuentro entre lo más civilizado y lo más bárbaro.[16]

Parece revivir en esto, la dialéctica hegeliana del amo y del esclavo (o señorío y servidumbre)[17]: las autoconciencias que tienen por ley el “vencer o morir” y se enfrentan por el reconocimiento; una siente temor por la muerte y permite su avasallamiento y vive como esclava de la otra; mientras esta se realiza por el trabajo, vive como humana (aunque peleó como animal) y la otra vive como animal (aunque peleó como humana).








Con el desarrollo dialéctica, la conciencia y el reconocimiento se encuentran en el esclavo, pues este era amo o autoconciencia libre en un principio, peleo, sintió la muerte, vivió trabajando para otro y siente la necesidad de negar una situación determinada. Es necesario que el esclavo sobreviva, si es asesinado no hay reconocimiento en el otro.

Pareciera que Marcuse hace una traspolación de dicho esquema. La conciencia del esclavo a la de la gente ‘fuera’ del sistema, y la del amo a los dominadores del sistema. Donde podría seguirse el movimiento de negación y así el desarrollo que llevará a algo nuevo.

No obstante, en el caso de Hegel, éste afirma que ambas autoconciencias eran libres, per se, es decir: se encontraban en condiciones similares, sino es que iguales. La conciencia del esclavo incluye las vivencias del amo, es por eso que puede negarlas rotundamente y superarlas. Pero cuando pensamos en la propuesta de Marcuse, ésta enfrenta serias dificultades para cumplir con el esquema hegeliano. Por ejemplo, la gente ‘fuera’ del sistema, no tiene un conocimiento de éste ni de las vivencias que se dan, es negatividad pura sin señalar el objeto y sin conocerlo.

También habría que señalar que dadas las condiciones culturales en las que nos encontramos, la conciencia crítica se encuentra en declive en nuestra misma sociedad o en los discursos de dicha vertiente. Suponer que una actitud en bruto puede significar un cambio ya sea por acción, o por el mero aparecer como espectro (como lo señala Marcuse), es demasiado optimista.










Prefiero afirmar, junto con Camus:
“Quienes no han exigido, al menos, la virginidad absoluta de los seres y del mundo, quienes no han temblado de nostalgia e impotencia ante su imposibilidad; quienes, entonces, remitidos sin cesar a su nostalgia de absoluta, no se han destruido tratando de amar a media altura, esos no pueden comprender la realidad de la rebelión y su furor de destrucción”[18]
Que no es necesariamente menos quimérica, pero que si refiere una necesidad de cambio, un sentir desde lo más profundo de la existencia vinculándolo con la racionalidad.

Lo que aparece como inminente es una cancelación de la vía, propiamente revolucionaria que implique cambios violentos. Menester es pensar en otras opciones. En volver a plantearse la pregunta sobre el hombre para adquirir más claridad. Por un lado, tenemos el racionalismo tecnológico, como proyecto del cual comemos sus más podridos frutos. Pero del otro lado, se encuentra un árbol, aun frondoso, que crece a la sombra del anterior. Es un árbol llamado “Instinto”, con dos troncos enlazados: “Eros” y “Tánatos”












BIBLIOGRAFÍA



CAMUS, Albert; “El hombre rebelde” en Obras tomo 3. Edición de José María Guebenzu. Alianza Editorial. 1ª Edición España 1996

COMTE, Auguste; “Discurso sobre el espíritu positivo”; Ed. Folio, 1ª Edición España 2002

FEYERABEND, Paul; “Tratado contra el método”; Ed. Tecnos; 4ª Edición.; Madrid 2003

HEGEL, G. W. F.; “Fenomenología del espíritu”; Trad. Wenceslao Roces; FCE; 1ª Edición; México 1966

MARCUSE, H.; “El hombre unidimensional”; Trad. Antonio Elorza; Ed. Ariel; 2ª Edición; México 2004

MARX, Karl, “Introducción para la crítica de la Filosofía del Derecho de Hegel”, en “Filosofía del Derecho” de HEGEL [Demás datos pendientes]

UNAMUNO, Miguel de; “Del sentimiento trágico de la vida”; Col. Austral; Ed. Espasa; 8ª edición.; España 1976

ZEA, L., “El positivismo en México”; FCE; 1ª Ed., México 1994.
[1] ZEA, L. “El positivismo en México”; México, 1994; p. 41
[2] Cfr. COMTE, A.; “Discurso sobre el espíritu positivo”; España 2002; p. 119
[3] MARCUSE, H.; “El hombre unidimensional”;México 2004; p.284
[4] Ídem., p. 38
[5] Si bien, cabe aclarar que Marcuse habla del Demócrata y del Republicano de nuestro vecino del norte, yo trató de abordarlo desde nuestra circunstancia.
[6] Cfr. Ídem. p. 121
[7] Ídem. p. 133
[8] UNAMUNO, Miguel de; “Del sentimiento trágico de la vida”; España 1976; p. 56
[9] Cfr. MARCUSE, op. cit., p.103-106
[10] Cfr. Idem. p.237-238
[11] A decir de Wittgenstein
[12] Cfr. Idem., p. 7
[13] FEYERABEND, P.; “Tratado contra el método”; España 2003; p. 208
[14] MARX, K., “Introducción para la crítica…”, en “Filosofía del Derecho”; p. 22
[15] MARCUSE, Cfr. op. cit., p.10-11
[16] Cfr. Ídem. p. 285-286
[17] Cfr. HEGEL, G. W. F.; “Fenomenología del espíritu”; México 1966 p. 113-121
[18] CAMUS, A.; “El hombre rebelde”;España 1996; p. 306

Adrián-Orestes

Author: B. Rimbaud / Etiquetas:

Y va con dedicatoria...aunque el susodicho ni se haya enterado...

----

Aquella madrugada Adrián corría, corría como nunca. El enemigo era más sólido que cualquiera de la realidad material, se trataba sin más de su pasado. Sus vivencias pretéritas le perseguían como un cazador a su presa, y a él con su flaqueza y debilidad, no le quedaba más que huir. Y a toda prisa pasaba por parajes ya conocidos, apresuraba el paso. Se sentía cual Orestes, perseguido por las Erinias, tras el feroz matricidio. No era el delirio báquico el que lo arrastraba en ese torbellino de locura, sino el caos interior que no encontraba salida en ninguna de sus acciones. Antes de llegar al que consideraba su único refugio, su recámara compañera infatigable de tantas noches en vela, se topó con Gerardo. Él lo había visto en tantas ocasiones, y no formaba parte de su mundo: físicamente estaban tan cerca como sentimentalmente tan lejos. En el jolgorio de la ocasión, Gerardo le invito a pasar a una fiesta que transcurría en aquellas primeras horas de un año nuevo diezmando a los invitados con alcohol y música sin fin. Para sorpresa de Adrián, los personajes congregados no eran otros que los que antaño habían conformado su vida: el amor platónico que no pudo obtener, el amigo que se le escurría siempre entre las manos como agua, los fieles compañeros de borrachera, el de la atracción fogosa y más. Antes sus logros, ahora sus derrotas que cargaba como cadenas. Sabía que la bienvenida sería dulce, pero la amargura del trascurrir y del futuro próximo lo harían vomitar ese trago de afectos miserables que le ofrecían en ese entonces. Cansado de su huida, no pudo más que quedarse en aquella reunión del tedio en donde se pasaba la antorcha de lo efímero de un año que moría al que nacía rebosante de levedad. Gerardo le ofreció una copa, Adrián no pudo más que aceptar devolviendo una sonrisa a la brindada por Gerardo, se hizo una plática muy ad hoc para el lugar. No obstante, Adrián sentía un descanso estando a su lado, un cariño que trascendía a todo lo que podía ser dado esa reunión donde el humo del spleen era respirado por todos. Apostó, entonces, no había nada que perder pues ya lo había perdido todo. Solo había mucho por ganar: una nueva ilusión o una nueva miseria. Tomó a Gerardo de la mano y lo alejó de la multitud, inventando una excusa ridícula, estando juntos Adrián trato de besarle de probar algo más que el amargo cáliz de su vida cotidiana. Gerardo se alejó, en sus ojos no se leía ni repulsión ni desagrado sino un caos de vivencias donde las palabras difícilmente podrían articularse. En otra ocasión, Adrián se hubiera ido tomando por bandera la dignidad pero el feroz calvario atravesado recientemente le exigía un descanso, un bálsamo para las heridas de las espinas, un pañuelo que le limpiara suavemente el rostro ensangrentado. Lo volvió a intentar, con más empeño. Gerardo no retrocedió pero tampoco dio su asentimiento, por el contrario trajo a flote argumentos ya tantas veces proferidos como escuchados: familia, amigos, y toda serie de enunciados que no afectaban propiamente a su esencia. Esa contradicción era la que le dolía a Adrián, el hecho del deseo interior y por ende esencial y la aparente prohibición exterior y por tanto existencial y no necesaria. Pero para su sorpresa, le propuso una fecha para concretar lo que esa noche aparecía falsamente con evidencia, como imposible. Las Erinias, persecutoras, parecían alejarse y mutarse en Euménides. El alcohol terminó, o acaso ¿no es que las personas se habían terminado? Y parte de ese finalizarse, fue el que realizó Adrián al tumbarse en su refugio. Un día entero trascurrió sin que respirara otro aire que no fuera el propio, ya entrado el día siguiente salió, creyendo haber librado aquella casa donde él había sido la víctima. Más tarde se pondría en contacto con Gerardo, y el día terminaría de amanecer: sería en la noche, protectora de los amantes, cuando se verían, culminando lo aplazado. Después de sembrar esperanza por cualquier camino que tomaba, Adrián se sentó a esperar que el tiempo, juez imparcial, diera el veredicto que le acercaría a lo que tanto deseaba. Tras una resolución de minutos, se veía frente a Gerardo con un porte más deseable que el que ostentaba en aquella elevada ebriedad. Caminarían un rato, para hablar simplemente. En una realidad, donde lo otro no es visto con ojos ya no de beneplácito sino ni siquiera como digno de existir, no era lo más conveniente algún encuentro cercano. La plática fue ligera, digna de un primer encuentro pero Adrián no permitiría que las cosas cerraran con aquella efimeridad, segundo nombre del lugar donde se encontraban, así que rompiendo la pasividad e indiferencia que mostraba recientemente hacia todo lo que identificaba como el mundo que le era adverso, lo llevó a un lugar un tanto apartado de las personas unidimensionales. Y ofreció un beso a su nuevo amado, que lo recibió con un tanto de timidez y extrañeza. Fueron unos pocos instantes, tras los cuales se miraron: Adrián con una indisimulada alegría, Gerardo ido en sus pensamientos. Otro beso más, esta vez un tanto más fluido y más extendido. Al finalizar, Adrián se recargó en su pecho, encontraba a su Apolo que le protegería de las Erinias.

Una ilusión de principio de año

Author: B. Rimbaud / Etiquetas:

Now that I know what I´m without.
You can´t just leave me.
Breathe into me and make me real.
Bring me to life
Evanescence
.
El paso incesante de las horas se hace lento, al grado que el reloj y el tiempo mismo parecen detenerse. Es una tortura cargada de una cierta dosis de placer. Una espera que desespera, que duele pero da la vida una nueva razón de ser. Minutos que pesan, pero no asesinan; segundos que caminan con lentitud sin un rumbo seguro. Nuevas fantasías germinan hoy, sin saber si llegarán a florecer o serán arrancadas de mi vientre antes de tiempo. Un insomnio medio curado por un montón de sueños con dos personas como protagonistas. Es un estado de vigilia, me encuentro en vela creyendo en el advenimiento de los momentos adecuados, en el instante mágico que rompa el devenir y pueda acercarme a mis demandantes anhelos. Esperando a que la puerta se le quite el cerrojo para abrirla y pasar. Definitivamente, hoy no quiero soledad monadológica, hago un agujero en la pared pues no hay puertas ni ventanas y salgo en la búsqueda de afectos que nulifiquen esta levedad del ser, de una luz que disipe las tinieblas de los horrores más profundos de mi mente. Busco salir de este desierto ontológico donde he vivido confinado, tras una condena a cadena perpetua por el crimen de robar el primer aliento. Y todo se vuelve un incesante descubrimiento de senderos con nuevos parajes, pero urge el vital líquido: la sed atosiga hasta al más soñador; y el perecer en medio de la fina arena, solo entre las soledades, no apetece a mortal alguno como culmen de la única existencia en que será sí mismo.

Sin sentido

Author: B. Rimbaud / Etiquetas:













Se antoja escribir, escribir como nunca. Formar con mis letras el argumento infalible a favor del suicidio. Cantar, con la más desgarradora voz, las miserias de la vida, ser uno con el absurdo. Dejar de cerrar los ojos para que no se vea el estado de enrojecimiento. ¡Que las heridas revienten! Que la sangre brote formando una corriente hacia un lago donde se escape mi existencia. Después de todo: ¿acaso tiene algo que ofrecer una vida sin sentido? ¿No es la banalidad el pan nuestro de cada día? Ladren perros, destrozo su fantasía: la destrucción es la destrucción, por más que se engalane con los más finos perfumes. El soplo de Tánatos está allí, mientras le respiran a su lado. ¿Para qué hipocresías? ¿No es acaso el hombre el único viviente que puede elegir? ¿Entonces? ¡Fuera máscaras! Que los frutos de Dionisio corroan hasta el fondo de las entrañas. Sea la respuesta la más acertada: ¡Por destrucción, por eso y nada más! Pues bien, el hombre se afirma también en la manera en que elige su sendero hacia la muerte, en arrancar de los dioses el sacro derecho de cortar el cordón de plata de la vida. Dime mortal, ¿por qué ocultas el goce de dicho privilegio? Vida solo hay una, y es harto eterno el esperar el advenimiento de la muerte. Mientras tanto, tormentos que azotan al alma, una incesante búsqueda de bálsamo para las heridas que no cicatrizan. Calvarios que se alternan, sueños paridos muertos y una estúpida contemplación de las Ideas. Elige, hombre, el fruto de la tierra, aquel que te haga delirar. Asesina primero tu individualidad, en cuerpo y alma sumérgete al culto de una nueva deidad no anunciada antes: al hijo de Hades y Dionisio. No corras asustado, es que tú ya le adorabas sin saber a quien ofrecías libaciones. No hay otro dios: ¿quieres huir de la labor de Sísifo y del eterno retorno? ¡He ahí! ¡Entorna el nuevo cántico! Llena tu copa y deja que tus sentidos se apaguen lentamente. No niego que esto es tan efímero como todo lo que hay sobre este mundo sublunar, pero cuando comience tu febril estado, no necesitaré de un silogismo para persuadirte. Si Camus decía que la Filosofía debía de dar cuenta del por qué no habríamos de recurrir al suicidio, entonces está ha fallado; después de todo, ésta, como dijo Wittgenstein, deja al mundo como lo encuentra: insípido, sin la menor pizca de sentido…












Imágenes: J. L. David "La muerte de Marat"
Y Tiziano "Sísifo"

Twitter

Seguidores