Cuando escribir se vuelve una cuestión de vida o muerte...
Caos e incertidumbre, un cúmulo de recuerdos que se resisten a morir. Las esperanzas que van madurado mueren un día antes de florecer. Para lo constructivo: el ciclo. Para lo negativo: el ciclo, también. Caminar muerto en vida se convierte en una costumbre, en algo cotidiano, en parte de mi ser. Fingir que todo está bien, sonreír con cara de idiota me aseguran aceptación y tan siquiera ganar un poco de lo demás. Y me aleja de mi peor terror, la soledad. Odio los consejos, odio las pendejadas que pretenden hacerme sentir bien: volteen a su alrededor, las cosas no tienden hacia su realización, el Universo no conspira para que se cumpla su leyenda personal. Todo lo contrario, el sistema está diseñado para que no seamos felices sino productivos. Vivimos en la eterna incompletud, en la frustración del día a día. Sin la Tierra prometida. Hoy maldigo al número dos. Dos años de aquella ruptura, dos declaraciones fallidas, dos intentos de relación. Solo locura y soledad me acompañan en mi transitar, mi existencia me asquía, me harta me consume, y ante todo esto no puedo detenerlo,... Necesito unos ojos que alivien mi pena con solo observarlos, un abrazo que fortalezca la fortaleza que hay en mi... La vida sigue, y eso es tan injusto...