Amores perfectos/imperfectos

Author: B. Rimbaud / Etiquetas: , ,










 





Escucha una cosa
que te voy a decir,

aunque te duela el alma
como me duele a mi.

Podría engañarte
si se me diera mentir
el caso es que
no puedo enamorarme de ti.

J. Sabina


De tu cuerpo emergen ráfagas de sentido para estos ojos ansiosos que te miran; mientras que tu alma adopta la posición de ser venerada por su belleza. Y es que son tus palabras las que hechizan mi entendimiento, y en una suerte de trance conducen a mis sentidos a exaltar, lo que de por si ya está exaltado. Son tu labios los que profieren la verdad tanto tiempo esperada para este ser errante. Y parece que la solución no es otra que borrar tu sonrisa con un beso que selle a la vez a nuestras almas, que fueron hechas para estar juntas en comunión amorosa. Y no puede resistir este corazón herido que tú, el poseedor de la cura de sus males, te niegues a sanarlo con la ambrosía de tu amor. 

No hay sentimiento filial que sirva de consuelo cuando lo que realmente se quiere es consumar la lejanía de dos existencias tendiendo un puente de cariño y caricias. 

Toda posibilidad se me escurre entre las manos cual preciado liquido en este desierto de mi vida, tú no lo entenderás. A lo más sonreirías viendome con un dejo de misericordia y alejando cualquier posibilidad con un discurso barato indigno de ambos. 

Es así que hay que fracasar antes de emprender cualquier intento, que no hay alivio que cure satisfactoriamente este mal de mi amor por ti. El silencio de la soledad empieza a resonar con las partituras de dolor en esta sinfonía de incompletud desde la que te observo callado. Después de todo, inocente soy, la naturaleza del alma es aspirar hacia lo divino pero mis alas no han alcanzado para acariciar, aunque sea, el horizonte de tu ser.


“¿Qué es el hombre, este semidios tan ensalzado? ¿No le faltan las fuerzas precisamente allí dónde más las necesita? Y cuando bate sus alas con alegría o se sumerge en el dolor, ¿no se siente detenido en ambos y es devuelto de nuevo a su obtusa y fría condición cuando más anhelaba perderse en la plenitud del infinito?”
Goethe en "Werther"




Imagen: Retrato de Lucian Freud en un sillón naranja de Francis Bacon.
http://www.foroderelojes.es/showthread.php/16432-Arte................./page13

5 Interpretaciones, fantasías, idealizaciones:

Unknown dijo...

Quizá has volado demasiado alto. A veces lo que queremos lo tenemos siempre a nuestro lado pero somos tan ciegos que no lo vemos hasta que ya se fue. La imperfección es el estado perfecto de los seres humanos, porque uno siempre aprende, para siempre valorar la felicidad, que es el único fin que justifica nuestra existencia.

Un gran abrazo amigo. Excelente post.

B. Rimbaud dijo...

Coincido con el vuelo demasiado alto y con la imperfección bendita que nos forma y deforma... Muchas gracias por el comentario y el abrazo, saludos y un gusto tenerte por aquí.

Erranteazul dijo...

Mi estimado Yorick, años ha conocido y compañero de caminos blogueros, se me ha adelantado, pero con la misma fuerza te doy ese abrazo y me uno a la visión que sobre tu bello post él ya expresó.

Y sí. Lo tenemos todo a nuestro alcance, hasta el amor, hoy día tan escurridizo, tan inasible, tan asustadizo, pero, como agua entre los dedos, se nos va porque perseguimos vana y caprichosamente nuestras quimeras.

Pero, amicci dixit, para eso son las quimeras. Síguelas aunque en ello te vaya la vida y tu tiempo; aunque se vayan también el amor y la ternura, las caricias y el instante aquel en que las almas se tocan.

¿Valdrá la pena, pregunto y me pregunto, por el amor renunciar a un océano de quimeras?

B. Rimbaud dijo...

Sin ese amor no habría esas quimeras...

Erranteazul dijo...

Mi querido amigo Rimbaud, disculparme por no haber acudido no sería bastante. Por ello prefiero dejarle aquí, como tardío regalo de cumpleaños, esto:

SIN TEMOR
Dile que no me tema, amor, y dile
que estoy a su lado como el aire,
como un cristal de niebla o como el viento
que se aquieta en la tarde.
Dile que no me huya, amor, y dile
que no me vuelva a herir, que no me aparte,
que soy el brillo húmedo en sus ojos
y el latido en su sangre.
Dile que no me aleje, amor, y dile
que yo soy el umbral de su morada,
el agua de su sed
y aquel único pan para su hambre.
Dile que no se oculte, amor, y dile
que ya no tengo rostro ni señales
de haber vivido antes de quererme.
De haber vivido, antes.
Dile que no recuerde y dile
que no respire, amor, sin respirarme.

E

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