Nociones de la no-libertad humana contemporánea

Author: B. Rimbaud / Etiquetas:

A PARTIR DE 'EL HOMBRE UNIDIMENSIONAL' DE MARCUSE




“¿Puede afirmar con derecho una sociedad que no es capaz
de proteger la vida privada del individuo, incluso dentro
de las cuatro paredes propias, que es una sociedad
que respeta al individuo y que es libre?”
H. Marcuse



El presente trabajo, pretende ser un primer acercamiento a la obra de Marcuse a través del libro “El hombre unidimensional”, para encontrar algunas claves que nos ayuden a entender la situación actual de nuestra sociedad para poder así clarificar el estatuto en el que se encuentra el hombre, cosa no difícil de dejarse ver.

Divido el escrito en dos partes. En la primera, abordo rápidamente algunos puntos sobre las bases del positivismo para posteriormente desarrollar brevemente algunas ideas de Marcuse en cuanto a la sociedad, política, lenguaje, arte, filosofía, etc. con el fin de dar esa descripción del estado actual del entorno humano.

Mientras que en la segunda parte, abordaremos sintéticamente la cuestión del hombre (o de lo que queda de él) y las pretendidas opciones para un cambio realmente cualitativo.

Sobra decir que no pretendo agotar todas las ideas del autor y solo resalto las que considero facilitan el entender su pensamiento. A la par, trató de hacer un aterrizaje con algunos ejemplos desde nuestra cotidiana realidad mexicana.





I

“¡Se venden los cuerpos sin precio!, ajenos a toda raza, todo mundo, todo sexo, toda descendencia. ¡Riquezas que brotan a cada paso!
¡Se venden habitaciones y migraciones, deportes, magia y comodidad perfecta, y el ruido y el movimiento, y el porvenir que crean!
A. Rimbaud

Para un entendimiento del individuo, es necesario abordarlo en su concreción, esto es: como un determinado momento de la historia, como parte de la sociedad con un gobierno dado. Nuestro autor parte de la circunstancia capitalista desarrollada en los Estados Unidos de la segunda mitad del siglo pasado. Con la prosperidad que parecía ser el futuro de dicha nación como culmen del desarrollo del mundo occidental y como principal bandera del progreso, que ya tantas guerras ha liderado.

La estructura política es la primera que formularemos aquí como dudosa respecto a la promoción de la libertad o de una mera neutralidad respecto de ella. Y es que la legitimidad que adquiere un sistema político dado, esta dada en la medida en que responda a las necesidades por la cuales fue creado. En el caso de nuestro sistema, encontramos que éste nace con la Revolución Francesa y las filosofías que la inspiraron.

Zea nos dice al respecto:
“En su fase revolucionaria, la burguesía había opuesto […] contra un régimen en que todo orden estaba preestablecido […], por medio de sus filósofos, predicó la libertad absoluta, una libertad sin límites. […] Pero alcanzado el poder, tal ideología resultaba contraria a los intereses de ésta.”[1]
Lo que vendría a continuación sería una justificación de la permanencia en el poder y la negación a otros grupos (entre ellos los antiguos portadores del poder) basada en los logros que no se habían tenido.


En pocas palabras, la nueva legitimación ya no correría a cargo por parte de la religión, sino de la ciencia. En concreto de sus aplicaciones, dirigidas a crear un estado de bienestar en común, el orden y progreso del que habla Comte[2] (cabe mencionar que Marcuse no lo menciona, al menos directamente). En un primero momento, la empresa no contenía contradicción en sí misma. Pero conforme el sistema se fue desplegando, tanto en lo político como en lo científico, el hombre concreto se vio superado por ambas formas.

Poco pasó para que la promesa no fuera cumplida directamente, la diferencia de clases de los nuevos favorecidos por el poder y los no favorecidos fue creciendo, de suerte que el esclavismo feudal se transformo en un esclavismo protoindustrial a mediados del siglo XIX. En este contexto, las diferencias sociales vivían en constante tensión, pues la realidad de una determinada clase contradecía la de la otra. El burgués en un teatro, mientras que el proletario trabajaba de sol a sol para darle de comer apenas y a penas a su familia.

De la negación de esta circunstancia renació el proyecto de la racionalidad tecnológica, ya esbozado en germen con el positivismo y la Revolución Francesa; Marcuse lo esquematiza en los siguientes puntos:
“…desarrollo de las fuerzas productivas en una escala ampliada, extensión de la conquista de la naturaleza, creciente satisfacción de las necesidades para un creciente número de hombrees, creaciones de nuevas necesidades y facultades” [3]
Dicho de otro modo: que la promesa del sistema de una vida cada vez más confortable para cada vez un mayor número de personas.

Y vemos, que en parte, esto se ha cumplido. Sería del todo torpe decir que los trabajadores de nuestro tiempo viven en la misma miseria que los del tiempo de Marx, por ejemplo. Aunque esto no nos exime de decir que no viven en la miseria: pues en ambos casos no se les ve más que como un recurso, en el primero como componente activo de una máquina, en el segundo como una bestia de carga.

Si bien, las necesidades vitales a veces son cubiertas, esto no deja de lado la creación de otras necesidades que no pertenecen a esta esfera, pero que parecen disfrazarse y son vistas como tales para los individuos: la ropa de la última moda, una comida dietética (en el sentido peyorativo de la palabra), etc. La propaganda se encarga de dar a conocer las nuevas importaciones que necesitan nuestras vidas para ser plenas.

El fin, el estado de confort, viene a justificar los medios, una supresión tenue de la libertad y del individuo como tal. Es decir, el individuo debe de trabajar para lograr dicho estatus y solo puede elegir las opciones que le propone (o acaso impone) el sistema en su reflexionar ya también preconfigurado, de suerte que:
“La libre elección de amos no suprime ni a los amos ni a los esclavos. Escoger libremente entre una amplia variedad de bienes y servicios sostienen controles sociales sobre una vida de esfuerzo y de temor, eso es, si sostienen la alienación.”[4]
Apoyando a esto, quedaría por decir que el individuo reproduce fielmente las necesidades, que de sí mismo, no son suyas.

Dichas insuficiencias obedecerían directamente a la mayor productividad del aparato económico basado en la tecnología e introyectadas en el sujeto por medio de la mercadotecnia que muestra ser altamente eficaz; allí donde la educación fracasa rotundamente, esto es: en formar individuos capaces de ser autónomos, al menos en la toma de decisiones, es decir, que no respondan al 100% a la empresa.

El cómo se perpetua el sistema viene dado por la capacidad que tiene de asimilar lo contrario, para neutralizarlo y luego proceder a utilizarlo como mercancía y ampliar el horizonte de contenido que posee. Un ejemplo de ello, serían algunas de las prácticas religiosas, que de suyo, no encajarían con la visión materialista del capitalismo y que parecerían ser realmente contrarias a él, y hasta inadaptables. Pero más pronto que tarde, hemos comenzado a ver lo contrario: instructores de yoga en la televisión, técnicas de meditación para la persona citadina, etc., que tanto obtiene de ganancia a quienes les promueven.

En el ámbito político, la supuesta confrontación de los partidos no es tal[5], pues todos viven del erario público y son capaces de ponerse de acuerdo, mínimo para subirse el sueldo. Toda alternativa obedece al sistema dado, si quiere ser tal. Sino, no se le reconocerá en un primer momento, y después se le retomará.

A decir de Marcuse, esto solo es posible por un dominio del lenguaje, pues se propugna uno propio del sistema, basado en tautologías o términos que ya han formado una imagen previa a través de los medios, de manera tal que la persona los asocia con una inusitada naturalidad[6]. Un ejemplo, sería una entrevista rápida que se hizo de una de los automovilistas que circulaba en el centro del Distrito Federal durante el plantón del año pasado. Sin expresar causa alguna, afirmó que todos los que se encontraban allí eran “una bola de huevones” (sic) y que era mejor que se pusieran a trabajar. A la par, podemos analizar esa noción como parte del ideario colectivo, pero no es que se tenga a priori, basta un análisis de los educadores de nuestro pueblo, y al ver inmiscuidas a las televisoras y una educación marcadamente débil, se puede afirmar, al menos en un primer momento que es de allí de donde el sujeto tomó la imagen que evocará su mente cada vez que algo le recuerde la palabra “marcha”, “huelga”, “plantón”.

Lo anterior no pretende ser una prueba de nivel epistemológico, pero apela un tanto a la realidad de nuestra circunstancia. Si la reflexión sobre nuestras propias ideas no es algo que se inculque, toda imagen que nos venga es tenida por natural y propia, pues indagamos y pensamos sobre su procedencia, y nos quedamos con ella, sin más.

El lenguaje, también aparece como único, pues es capaz de adaptar incluso palabras que no obedecen o convienen directamente a la circunstancia capitalista. Por ejemplo: enajenación o alienación, mercancía, igualdad, autonomía, libertad, etc. que son tomados de contextos que suponían una protesta en contra del sistema y que son usados por los mismos partidos o el gobierno. Así, podemos hablar de una libertad de expresión (por la que tanto se luchó) que ahora se ve entre la espada de Televisa y la pared de T. V. Azteca, pero que tanto es mencionada y peleada por las empresas dueñas de la televisión.

Cabe agregar que es tanta la adaptación del lenguaje, que pueden convivir conceptos contradictorios o que despertarían sospecha de que la situación no anda bien sin que despierten el menor malestar en los receptores de tal o cual mensaje. Es así, que frase como “Presidente espurio”, “El transporte público subió a $4.50”, “Abstencionismo electoral”, pasan como notas cualquiera, o en el caso de ser recurrentes, no mueven a la persona a un análisis de dichos enunciados. Concluye Marcuse: “El lenguaje no solo refleja estos controles, sino que llega a ser en sí mismo, un instrumento de control, incluso cuando no transmite órdenes sino información”[7].

Mediante lo ya dicho anteriormente, es fácil que el sistema se muestre a sí mismo, el proyecto más apropiado para nuestra realidad. De suerte que toda confrontación abierta u opción sea desprestigiada por el hecho de no concordar con lo evidente de nuestra situación de confort. La crítica, a nuestro entender, puede provenir de dos flancos: el arte o de formas del pensamiento que involucren la historia, pues llevan en su seno particular el embrión de una propuesta alterna al sistema. Pareciera que nuestro autor las hermana, como ya había dicho Unamuno: “poeta y filósofo son hermanos gemelos, si es que no la misma cosa”[8].

A decir del arte, nuestro autor señala que éste tiene un poder negativo de la realidad. Pues es capaz de vislumbrar un mundo distinto del ya dado. Algo que puede ser. A la par, implica una sublimación de la lívido, que libera y mediante entre el conciente y el inconciente, entre el intelecto y los instintos. De suerte que el sistema actúa proyectando el Eros hacia la satisfacción sexual y no al erotismo ni demás actividades que involucran este sentido[9] y que implicarían una objeción al sistema.

Respecto al saber reflexivo, nos dice nuestro autor, que necesita de la historia para poder decirnos algo diferente del mundo ya dado y que nos es cotidiano. Solo el horizonte histórico, sería capaz de darnos la oportunidad de pensar algo diferente desde el pasado, situándonos en un presente pero con vistas a un futuro, esto es: un deber ser.

Allí donde el positivismo lógico analiza el lenguaje filosófico teniendo como base el lenguaje común, Marcuse apuesta por ese mismo análisis incluyendo la historia[10] y ejemplificándolo con el concepto de la libertad, que no implica una mera quimera sino que referiría la que se tenía antes, la actual y la que no tenemos aún; esto es, no hablamos de una serie de disposiciones únicamente sino de un referente no necesariamente empírico; por lo que ningún concepto sería entendible sin su contexto.

La Filosofía también topa con objeciones, la Ciencia se muestra superior y la deshecha, después de todo la Filosofía deja al mundo tal y como lo encuentra[11]. La misma Filosofía se pone al servicio de la depuración del lenguaje, justifica algunas acciones y se le inmuniza como negación al amputarle la concretitud de la cual nació y afirmándola como terreno fértil de metafísicas.



II

¡Ay! Llega el tiempo en que el hombre no dará ya a luz ninguna estrella. ¡Ay! Llega el tiempo del hombre más despreciable,
el incapaz ya de despreciarse a si mismo.
F. Nietzsche

Tras este breve esquema, volvemos a la pregunta por el hombre, que formulo de la siguiente manera: ¿Qué es lo que queda del hombre? ¿Acaso su libre pensar? ¿O su fluir de sentimientos como la corriente de un río sin barreras? ¿Le queda el sueño, consolador? ¿Acaso es que puede elegir?

Marcuse nos va mostrando a través de su obra, a través de los distintos ámbitos humanos, como: “Los individuos y las clases reproducen la represión sufrida mejor que en ninguna época anterior”[12], debido no a una represión de las alternativas sino una adaptación a la visión dada del sistema.

Tenemos pues una reducción del hombre en todos los sentidos. En el lenguaje, se le pide que hable correctamente el argot de lo cotidiano. Las elecciones se limitan a las proporcionadas por la producción. No se promociona una capacidad reflexiva que realmente trascienda los ámbitos de este sistema (es más, en México no se promociona la reflexión). En los saberes, que estos vayan siempre enfocados hacia la ideología predominante que es la ciencia.

La actitud crítica es prácticamente olvidada, tal y como la historia es borrada lenta pero constantemente de nuestros libros de texto. Por otro lado, cualquier crítica que se pretenda esgrimir se encuentra con el cancerbero de la ciencia, mismo que Feyerabend ya describió:
“La ciencia sólo es uno de los muchos instrumentos que ha inventado el hombre para manejárselas con su contorno. Pero no es la única, no es infalible, y se ha hecho demasiado poderosa, demasiado apremiante y demasiado peligrosa para ser abandonada a sí misma.”[13]


Por otro lado, nuestro autor busca darnos claridad ante las alternativas, pero desde las primeras páginas, el desasosiego nos invade: los jóvenes revolucionarios no pueden realizar el cambio, les falta el poder material, la clase obrera (tan ensalzada por Marx: “Así como la filosofía encuentra en el proletariado su arma material, así el proletariado halla en la filosofía su arma espiritual[14].) tampoco es capaz por su vínculo con la producción de mercancía y no la negación de esto. Inclusive tampoco intelectuales, sabios, técnicos, etc., porque estos son bien remunerados[15].

El resto del libro nos explica el como se llega a esta conclusión, y esperamos, con singular ansia, llegar a tierra firme después de una furiosa tempestad para darnos cuenta del naufragio: pues si han sido esterilizadas todas las formas de protesta, solo queda una forma de protesta que no es una forma sino un contenido. Un contenido revolucionario que reclama los derechos más elementales: la gente que vive en la necesidad inmediata y quien niega todas las instituciones. Hay una posibilidad de cambio que se basa en este estrato fuera del sistema, y su presencia espectral que visualiza él de nuevo posible encuentro entre lo más civilizado y lo más bárbaro.[16]

Parece revivir en esto, la dialéctica hegeliana del amo y del esclavo (o señorío y servidumbre)[17]: las autoconciencias que tienen por ley el “vencer o morir” y se enfrentan por el reconocimiento; una siente temor por la muerte y permite su avasallamiento y vive como esclava de la otra; mientras esta se realiza por el trabajo, vive como humana (aunque peleó como animal) y la otra vive como animal (aunque peleó como humana).








Con el desarrollo dialéctica, la conciencia y el reconocimiento se encuentran en el esclavo, pues este era amo o autoconciencia libre en un principio, peleo, sintió la muerte, vivió trabajando para otro y siente la necesidad de negar una situación determinada. Es necesario que el esclavo sobreviva, si es asesinado no hay reconocimiento en el otro.

Pareciera que Marcuse hace una traspolación de dicho esquema. La conciencia del esclavo a la de la gente ‘fuera’ del sistema, y la del amo a los dominadores del sistema. Donde podría seguirse el movimiento de negación y así el desarrollo que llevará a algo nuevo.

No obstante, en el caso de Hegel, éste afirma que ambas autoconciencias eran libres, per se, es decir: se encontraban en condiciones similares, sino es que iguales. La conciencia del esclavo incluye las vivencias del amo, es por eso que puede negarlas rotundamente y superarlas. Pero cuando pensamos en la propuesta de Marcuse, ésta enfrenta serias dificultades para cumplir con el esquema hegeliano. Por ejemplo, la gente ‘fuera’ del sistema, no tiene un conocimiento de éste ni de las vivencias que se dan, es negatividad pura sin señalar el objeto y sin conocerlo.

También habría que señalar que dadas las condiciones culturales en las que nos encontramos, la conciencia crítica se encuentra en declive en nuestra misma sociedad o en los discursos de dicha vertiente. Suponer que una actitud en bruto puede significar un cambio ya sea por acción, o por el mero aparecer como espectro (como lo señala Marcuse), es demasiado optimista.










Prefiero afirmar, junto con Camus:
“Quienes no han exigido, al menos, la virginidad absoluta de los seres y del mundo, quienes no han temblado de nostalgia e impotencia ante su imposibilidad; quienes, entonces, remitidos sin cesar a su nostalgia de absoluta, no se han destruido tratando de amar a media altura, esos no pueden comprender la realidad de la rebelión y su furor de destrucción”[18]
Que no es necesariamente menos quimérica, pero que si refiere una necesidad de cambio, un sentir desde lo más profundo de la existencia vinculándolo con la racionalidad.

Lo que aparece como inminente es una cancelación de la vía, propiamente revolucionaria que implique cambios violentos. Menester es pensar en otras opciones. En volver a plantearse la pregunta sobre el hombre para adquirir más claridad. Por un lado, tenemos el racionalismo tecnológico, como proyecto del cual comemos sus más podridos frutos. Pero del otro lado, se encuentra un árbol, aun frondoso, que crece a la sombra del anterior. Es un árbol llamado “Instinto”, con dos troncos enlazados: “Eros” y “Tánatos”












BIBLIOGRAFÍA



CAMUS, Albert; “El hombre rebelde” en Obras tomo 3. Edición de José María Guebenzu. Alianza Editorial. 1ª Edición España 1996

COMTE, Auguste; “Discurso sobre el espíritu positivo”; Ed. Folio, 1ª Edición España 2002

FEYERABEND, Paul; “Tratado contra el método”; Ed. Tecnos; 4ª Edición.; Madrid 2003

HEGEL, G. W. F.; “Fenomenología del espíritu”; Trad. Wenceslao Roces; FCE; 1ª Edición; México 1966

MARCUSE, H.; “El hombre unidimensional”; Trad. Antonio Elorza; Ed. Ariel; 2ª Edición; México 2004

MARX, Karl, “Introducción para la crítica de la Filosofía del Derecho de Hegel”, en “Filosofía del Derecho” de HEGEL [Demás datos pendientes]

UNAMUNO, Miguel de; “Del sentimiento trágico de la vida”; Col. Austral; Ed. Espasa; 8ª edición.; España 1976

ZEA, L., “El positivismo en México”; FCE; 1ª Ed., México 1994.
[1] ZEA, L. “El positivismo en México”; México, 1994; p. 41
[2] Cfr. COMTE, A.; “Discurso sobre el espíritu positivo”; España 2002; p. 119
[3] MARCUSE, H.; “El hombre unidimensional”;México 2004; p.284
[4] Ídem., p. 38
[5] Si bien, cabe aclarar que Marcuse habla del Demócrata y del Republicano de nuestro vecino del norte, yo trató de abordarlo desde nuestra circunstancia.
[6] Cfr. Ídem. p. 121
[7] Ídem. p. 133
[8] UNAMUNO, Miguel de; “Del sentimiento trágico de la vida”; España 1976; p. 56
[9] Cfr. MARCUSE, op. cit., p.103-106
[10] Cfr. Idem. p.237-238
[11] A decir de Wittgenstein
[12] Cfr. Idem., p. 7
[13] FEYERABEND, P.; “Tratado contra el método”; España 2003; p. 208
[14] MARX, K., “Introducción para la crítica…”, en “Filosofía del Derecho”; p. 22
[15] MARCUSE, Cfr. op. cit., p.10-11
[16] Cfr. Ídem. p. 285-286
[17] Cfr. HEGEL, G. W. F.; “Fenomenología del espíritu”; México 1966 p. 113-121
[18] CAMUS, A.; “El hombre rebelde”;España 1996; p. 306

5 Interpretaciones, fantasías, idealizaciones:

Dídac Muciño dijo...

Estoy leyendo tu post.. me facina la filosofia, no sabes cuanto, hasta he querido estudiar filosofia y letras en la unam, pero todavia no me decido, si seguir estudiando Artes plasticas o meterme a estudiar filosofia...

pero lo que llevo leyendo puedo deducir, como dijo Sartre "el hombre esta condenado a ser libre"...

Sigo leyendo, esto esta estupendo!!

Saludos!! :D

B. Rimbaud dijo...

Que onda! Gracias por seguirme leyendo. Pues fijate que ya lo dijo Unamuno: “poeta y filósofo son hermanos gemelos, si es que no la misma cosa”, a mí me fascinan ambos. Saludos mi buen Dídac.

Dídac Muciño dijo...

Como Pais Tercer mundista, méxico lo que hace y quiere, es tener masa que no piense, el estatus de la Educacion, es de lo mas peor, y la politica ni se diga, hay una parte de la Biblia (que deja me decirte que no es de mia grado consevir que existe un dios que nos creo, pero si admito que la biblia es una literatura exquisita en los aspectos de la literatura universal) dice algo asi:

"Si al hombre le das un pescado comera un dia, pero si le enseñas a pescar, comera por una eternidad"

Pero la libertad en si, es algo ilusoria ya bien lo decia Freud que el hombre se mueve por sus placeres, por el inconciente...no crees?

Erranteazul dijo...

Ahhh...menuda tarea se ha echado a cuestas, amigo Rimbaud, pero no me sorprende. Dentro de ese espíritu melancólicamente fatalista subyace estoica una aspiración solidaria y justiciera. Por eso puedo entender y compartir la casi simbiosis que se da entre tu trabajo y la filosofía del gran integrante de la segunda generación de la Escuela de Frankfurt, a cuya propuesta, para mi gusto fascinante, podemos sumarnos o de hecho ya lo hicimos cuando con toda convicción apostamos a que el verdadero agente de cambio está en la juventud y en las minorías tercermundistas, ajenas por definición y por feliz circunstancia a las estructuras prevalecientes.
Se alcanzará la utopía marcusiana?
Él murió convencido de que sí. Han transcurrido desde su partida casi 30 años y, aunque no quiero ser pesimista, todo parece indicar que ese agente de cambio ha sido mayoritariamente pervertido por la sociedad, pues millones han abandonado o al menos postergado su idealismo para incorporarse pasivamente a la voraz y persistente dominación que nos aqueja.
Guardo la esperanza de que, como bien concluyes, Eros y Tánatos sigan siendo, como lo han sido siempre, no sólo el refugio sino sobre todo el espacio desde el cual pueda generarse y edificarse esa hermosa utopía llamada "Sociedad Unidimensional".
Es claro para mí que las ideas de Marcuse, como las de Fromm y de otros tantos, en los hechos y no sólo en la teoría, vinieron a aportar hacia los sesentas cambios sociales trascendentes, pues el movimiento estudiantil a nivel mundial de 1968 no podría explicarse sin dicho aporte. Habrá quienes sigan sosteniendo que ese movimiento, en Francia como en México o en Estados Unidos, respondió a múltiples factores, y no les faltará razón, pero sería miope el no advertir la enorme contribución de aquellos filósofos a esa causa.
Y bueno, qué chido el referente de Albert Camus, otro indispensable autor para entender esa etapa histórica y los procesos que durante ella se produjeron, los cuales indudablemente infuenciaron las siguientes, aún cuando parezcan haberse desdibujado.
Por esto, me parece genial que tú hayas decidido elaborar este trabajo. Retomar esas ideas y tratar de proyectarlas hacia nuestro entorno y nuestra realidad, es seguramente lo que Camus y Marcuse, y también Horkheimer y Adorno, hubieran querido. Si un chavo, uno solo, lo hace, renace la posibilidad. Significa no dejar caer la estafeta. Así que...menuda tarea, Monsieur Rimbaud, se echó a cuestas. Lo admiro!
(Largo coment el mío. Me disculpo.)

B. Rimbaud dijo...

Dídac: Quien mueve el inconciente del hombre, es realmente el dueño del hombre, y no sí-mismo.
Errante: Me gustó tu comentario, para nada es demasiado grande...

Gracias por sus visitas =)

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