No basta

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No basta una lágrima, cargada hasta el tope, para simbolizar los charcos que he derramado. No basta un quejido agudo y estridente que diga todas las palabras que no pude expresar. No basta desgarrar surcos escarlata por mis mejillas para sentir, en su magnitud, aquel dolor desollador. No basta estar callado para escuchar aquel silencio insoportable. No basta fijarme cadenas para emular el aprisionarme de mis verdugos. No basta impedir que mi nariz tome el oxígeno que necesita, simulando ser aquellas manos que me asfixiaban. No basta que influyan nueva vida en mi corazón para que este vuelva a sentir, el miedo al mundo nos paraliza. No basta estar vivo para sentirme parte de este mundo. No basta saber cual es mi esencia para poder intuir mi existencia. ¿Cuándo bastará? ¿Qué símbolo o imagen podrá dar forma al contenido de esta caja de Pandora que llevo dentro y que recién se ha abierto dejando escapar primero la esperanza?

Amanecer

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Abro los ojos, ya no estás a mi lado en la cama. Las sábanas se encuentran arrugadas y a lo lejos un batallón de gotas irrumpen con estruendo entre los límites de mi mundo y el cielo.

Dirijo mi mirada hacia el hueco, allí donde se encuentra la sustancia de tu ausencia, tan patente como tu presencia. Mis dedos acarician el lugar de reposo de tu cabeza, sintiéndome deslumbrado por el recuerdo de tus ojos.

Estiro el brazo hacia el buró, alcanzó una taza y arranco lo que queda del contenido: café: frío y amargo.

Blasfemo el nicho que alojo tu cálido cuerpo y abarco ambos espacios, observando las estrellas que no adornan mi techo. Cierro un instante mis párpados y siento tus manos recorrer mi cuerpo otra vez. Los abro y descubro mis muñecas imitando tu siembra de flores por los surcos de mi carne. Contengo las ansias.

Un fuerte viento azota mi puerta y la presencia del mundo exterior me despierta un poco del ensueño. Pienso con extrañeza sobre mi vida, como todos esos años luche por ser un ser-sin-el-mundo, un yo que con violencia alejaba los objetos y otras conciencias, para estar congelado en tiempo y espacio.

Sonrío, nada tan claro como una confrontación de cuerpos: un tú y un yo, para descubrir las posibilidades del mundo y desgarrar el velo bajo el cual pretendía esconderme.

Difícil es llegar al punto medio, donde no pongas tú y me resigne yo, ni donde yo impere y tú te agaches. Soluciones espontáneas nos auxilian: aquel abrazo que parecía fusión pura, uno de esos besos que quisimos prolongar con la esperanza de actualizarlo en infinito. Nada lo soluciona por completo, tú sigues siendo tú con tu voluntad, yo sigo siendo yo con mi voluntad. Se acabaron las respuestas totalizadoras: el tarot y el iching no develaron caminos mágicos, Freud no cambiará la situación explicándola desde la cultura, ni Hegel desde el Absoluto, inclusive Platón preferiría no recitar el discurso de Aristófanes en el Symposio.

Llega el devenir, el discurrir de día tras día. Encierro un cigarrillo, lleno mi cuerpo de humo y lo libero lentamente. No sé si me siento más tranquilo o aterrado por mi pensamiento. Inhalo, exhalo. Y frente a mí, en el librero viejo, alcanzó a distinguir, como verdad clara y distinta, los libros de Nietzsche. Apolo y Dionisio en su lucha eterna, pero si hago caso de la dialéctica hegeliana, en el más feroz desenfrene y por ende negación de violenta de Apolo, queda en germen en el cuerpo de Dionisio y al revés. Es una lucha: la guerra, como dijo Heráclito, es el padre de todo.

Tiro la ceniza por segunda vez y me doy cuenta de que debajo del cenicero se encuentra un libro de Camus. Recuerdo las citas que tecleaba ayer, hilando ideas recuerdo la interpretación que alguna vez debatí con un amigo: el conformismo activo. Sí, la roca de Sísifo caerá por toda la eternidad, no importa que se lleve más alto o que tenga renuencia hacia su labor, forzosamente esmusssein, debe de ser.

La ley no cambiará: la forma permanece, pero el contenido puede mutar: yo explicándome, yo eligiendo como subir y bajar la cumbre. Elecciones miserables a primera vista, pero los condicionamientos aparecen por doquier en la vida del hombre. Si el átomo, como digo Lucrecio o Epicuro, caerá inevitablemente éste puede elegir aunque sea por milímetros un lugar diferente para su caída.

Apago el cigarrillo, me doy cuenta de que me he apartado del inicio de la divagación. Pero tomo un atajo: mi roca de dejar de querer que seas tú, está abajo: observémosla, lleguemos al ser de ella. Doy otro salto, se tú, que yo seré yo, luego fusión, el vínculo que nos una expandiéndose, para después comenzar: eterno retorno. Nada más legítimo que afirmarme y que te afirmes.

Tomo el teléfono y marco tu número, sediento de praxis: ser ante ti y que seas ante mí.

Baño en una caseta

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En esta sección agregaré imágenes con las que me he topado y que me obligan a replantearme toda la realidad, y que conste que así de surrealista es nuestra vida.




Haga uso racional del papel! No buen uso, uso racional....

De Hegel

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Sube conmigo a las altas cumbres,
despréndete de las nubes:
quedémonos aquí en el éter,
en el seno incoloro de la luz.

Caed así estrechos vínculos que nos separan,
la carrera del corazón es sólo un sacrificio
para ensancharme yo hacia ti y tú hacia mí,
¡deshágase en fuego lo que nos individualiza!

Si el espíritu sube a libres cumbres,
no se reserva nada de lo propio:
si yo vivo para verme en ti, y tú para verte en mí
disfrutemos juntos de la dicha celeste.




Hegel




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Aristotelismo

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Hoy superaremos al platonismo, alma mía: Las ideas no se encontrarán más en el Uranos, pues hoy haremos descender a la más bella de todas ellas y así comenzarán a bajar una a una al reinado de los hijos de Sísifo…….........……………………………………..
………………………………………………………….………………………………….………………………………………………………....………………………………….………………………………………………………………………………y así fue…

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