23 de enero de 2007

Author: B. Rimbaud / Etiquetas:



Percibo el olor previo a la muerte en mi habitación. El estupor sube desde el suelo, como el agua arrancada por el sol en una tarde de verano. Mi ropa se encuentra impregnada de ello. Mi cuerpo le transpira y no hay perfume, por más fino y embriagante, que pueda neutralizarlo.

Hace tiempo ya, que el sahumerio de la vida se extinguió junto con la flama que lo alimentaba, el amor, que fue sofocada por un ventarrón de realidad cuando osé abrir las ventanas.

Creí que mi existencia se colmaría de vacío, que no habría si quiera un incienso que colmará mi olfato, la idea de la nada me aterraba.

Pero una noche, tras terroríficos sueños, al despertar ya nada era igual; mi cuerpo se marchitaba semejante a la margarita atormentada por los gases tóxicos de la ciudad. Y, cual pez sacado del agua, me esforzaba por encontrar aire con mi nariz.

Solo encontré este aire nauseabundo, procedente del Hades, y que me señala el camino y la ruta que debo de seguir.

¡¿Y qué, no quedará nada de mi efímera existencia?! ¿Serán los gusanos los que me tengan más piedad, y rindan tributo a mi cadáver hasta el fin?

Tan hueca ha sido esta vida, que ni con certeza sé, si estas líneas torvas que pretenden expresa lo asqueado de mi ser con este aroma nauseabundo que me sigue a todos lados, puedan sobrevivir al autor maltrecho que las escribió…

2 Interpretaciones, fantasías, idealizaciones:

Isauro Díaz García dijo...

No queda ningún sorbo de silencio, tu previa amnesia a amar destruye todo lo que quiero callar. Trato de cocer mis ojos al hueco de mis parpados, aquellos que no pudieron mirar la vida como debía. Pagan su destino de mirar con sus otros sentidos, pero es sólo el cúmulo de una efímera explicación.

La explicación va más allá; las tertulias y la lóbrega ni si quieran lo intentan. Después de las heridas sólo quedan los cadáveres de mis sueños tendidos en el suelo y la alegría en forma de sangre se derrama al centro de mis expectaciones. Y aunque respiro desde el fondo, un fondo que parece extinguirse cuando pienso, nada parece curar este resfriado de muerte, esta muerte de nostalgia que me roba hasta mis lagrimas de tristeza, la tristeza que se cansó de verme oscuro.

Se me acaba el deseo y no quiero ni siquiera desear, no quiero que me mire el aire y el entorno me oprime hacia la nada, mis dedos se resisten a morir mientras escribo esto. Pudiera gritar auxilio, pudiera mencionarle al destajo que me socorra o que me desaparezca de una vez, pero este punto intermedio, esta mixtura de mi alma muerta y mi cuerpo vivo, es una fotografía. Una torva fotografía, estoy seguro que eso dirías tu.

B. Rimbaud dijo...

Sublime...Lejos de una sola paráfrasis, creo que extendiste más el sentimiento y la reflexión de aquel día tan tormentuoso..

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